(Caracas. 06/05/2019) Noruega se ha convertido, y se ha vendido, en un mediador para procesos de negociación internacional. Con las mejores intenciones han tratado de resolver y dirimir varios conflictos, resaltando dos de ellos antes del caso de Venezuela: (i) Los Acuerdos de Oslo de 1993 (Israel-Palestina); y (ii) Acuerdos del Teatro Colón (Gobierno Colombiano-FARC). Hoy ambos conflictos siguen sin resolverse y generando consecuencias terribles a los ciudadanos.
Sin justicia no podrá existir paz, esa es -o debería ser- la premisa fundamental para iniciar cualquier proceso de “Justicia Transicional” para resolver el caso de Venezuela. Durante 20 años de chavismo han reinado muchos males en el país, pero uno de los más letales ha sido la Impunidad, esa que ha generado crímenes sin castigo y ha sometido a los ciudadanos no al imperio de la ley, sino al reinado del malandraje.
Desde el 10 de enero de este año el chavismo ha secuestrado el poder y durante 3 meses ha soportado el asedio de la comunidad internacional y del Alto Gobierno Encargado. Pero desde el 30 de abril el juego ha cambiado, las amenazas antes creíbles de “todas las opciones están sobre la mesa” se desvanecieron y los socialistas salieron de sus trincheras para desarticular al único poder legítimo, la Asamblea Nacional (AN).
La estrategia geopolítica y comunicacional remató el contragolpe con el resurgimiento del Grupo de Contacto de la Unión Europea y el llamado Mecanismo de Montevideo, quienes lanzando un cable salvavidas proponen una “salida negociada” para resolver la crisis.
Ya no se habla del Cese de la Usurpación, Gobierno de Transición y de Elecciones Libres, ahora la agenda de los decisores, de los medios y de un los ciudadanos está enmarcada por lo que los grupos de intereses económicos boliburgueses, el establishment político MUD-Frenteamplista y el régimen quieren; la cohabitación mediante un proceso electorero que pueda llegar –o no- a una entrega controlada del poder, si cambiar el sistema ni el estatus quo.
Las negociaciones podrán hacerse en Oslo, pero la impunidad criminal no conoce fronteras. El objetivo es cambiar la Democracia por la Impunocracia, un sistema donde los criminales, bolichichos y políticos corruptos que conforman nuestra Kakistocracia Criolla, no paguen por sus delitos sino que sean recompensados por ello.
De seguir esta ruta al reino de la impunidad habrá entonces que cruzar la puerta al infierno, Dante Alighieri ya estuvo allí y nos dice que la inscripción que se lee en el umbral del portón reza: “Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y el lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí”.