(Barcelona. 05/06/2019) El gran Imperio Romano también entró en fatal decadencia como suele ocurrir con regímenes abrasivos y sumamente expansionistas, y cayó en manos de los Bárbaros, luego de tener dos desvergüenzas históricas como jefes y “césares”, Calígula y Nerón, este último el más despiadado y loco, al punto de que mató a su propia madre y quemó a Roma, y finalmente mató asimismo a los apóstoles Pedro y Pablo, acusándolos de incendiarios, entre otros infundios. El primero se negó a ser crucificado tal como Jesucristo y exigió que lo crucificaran pero de cabeza abajo, mientras que a pablo lo decapitaron.
Ya antes Pablo, uno de los más esclarecidos apóstol, le había ganado al gobernador Herodes de Agripa, un par de juicios por falsas acusaciones alentadas por judíos y fariseos contra el cristianismo, donde Pablo se destacó como excelente jurisprudencista también, cuando lo tenían contra la pared asistiéndose a sí mismo, en uno de cuyos momentos se acogió inteligentemente a la “ley imperial” y “al debido proceso romano,” ya en curso, diciendo, “ a mí no se me puede deshonrar colgándome, yo soy judío”.
Al dictador y asesino de Norcorea le falta poco para igualarse con Nerón, porque ya el de Norcorea ha asesinado a tío y cuñado; le falta pasar por las armas a su propia madre, si acaso la tiene viva, pues en efecto su prontuario judicial sigue en camino y sumando causas atroces.
Según, este joven criminal, heredero del trono de su abuelo y de sus padre, cuyo semblante ya parece al de un viejo asesino, regordete y desde luego amante de los peores vicios del poder usurpado por la fuerza, comunista retrogrado, acaba de consumar otro crimen: Pasó por las armas al designado Negociador de Norcorea ante el gobierno de Trump, aduciendo, “deficiencia en el trabajo”. El hombre no pudo, fracasó en las negociaciones, por lo cual fue ejecutado en nombre de ese “aparataje comunista”. ¿Y Rodríguez en Noruega qué?
A todas estas, es evidente el declive, la decadencia de ese régimen dictatorial comunista de Norcorea. Su destino será la implosión en su propio seno. Ese dictadorzuelo no cederá el poder a nadie; heredado de su padre, otro asesino; el poder le será arrebatado por la fuerza de su entorno más íntimo; por ese que valora ultra callado, en sumo silencio las brutalidades del dictador, que le enumera sus crímenes con las comisuras de los labios, con la mirada puesta en ninguna parte para que el dictador se confíe. Se confíe en un silencio abrazador que se romperá con el silbido de un acero. Luego nadie llorara. Nadie se lamentará. Todo se consumará como se esperaba. Corea será una sola y libre como lo será Venezuela.
Eleazar Contreras