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La dirigencia política consiste en la permanente organización ciudadana, en la denuncia de sus necesidades básicas y de sus problemas cotidianos. Hacer de la dirigencia política un oficio de vida consiste en estar constantemente en la visita a las comunidades para conocer y comprender su realidad.

Hacer política desde esta dimensión totalitaria y criminal es completamente más complejo, puesto que lo que se ve en juego no es solamente la posibilidad de acceso al poder sino también de la vida misma. En este sentido, la dirigencia es riesgos, pero también es acciones distintas a como normalmente se generarían en democracia.

En Venezuela vivimos un régimen que gobierna bajo la usurpación, vivimos la figura de un presidente constitucional que asumió funciones por medio del artículo 233 de la constitución y vivimos en una ciudadanía que se bandea entre el limbo de la emergencia humanitaria compleja que vive el país y de la poca dirección política que la dirigencia del país genera. Por ello, creo necesario generar una distinción entre dirigente político y Presidente Encargado, siendo esta la figura de Juan Guaidó.

Un presidente encargado es una figura legítima, de autóritas, no sólo reconocido a nivel nacional sino también por toda una comunidad internacional que presiona todos los días por el cambio en el país. En ese sentido, las acciones para lograr el cese de la usurpación deberían ir enmarcadas hacia una dimensión de lo posible y de lo urgente. Juan Guaidó no puede dar vueltas alrededor de la organización comunitaria más mínima, de eso se encarga la dirigencia política de base, que recorre las comunidades informando a la ciudadanía y convocándolos a los mítines centrales que el presidente encargado vaya a generar.

De esta forma, creo necesaria y urgente que en la agenda del Presidente Encargado y en su narrativa discursiva debe haber una subida de niveles en cuanto a la beligerancia de acciones y de discursos. Ya lo he mencionado en distintas ocasiones, pero creo que la aplicación del 187 # 11 de la constitución es un elemento central para dar un mensaje a la comunidad internacional que la salida del régimen es por la fuerza y no por vías pacíficas como algunos actores nacionales e internacionales plantean.

Sólo Juan Guaidó tiene la posibilidad de hacer saber a la comunidad internacional cuánto más pueden esperar los venezolanos, es momento de que el Presidente Encargado sea tal y no sea un dirigente político más. Hoy el país pide a gritos altura para poder salvarnos de esta catástrofe.

@Carlos_Benucci