Los escenarios de la política nacional, nos lleva a sobreponernos al “vamos bien” (¿?) y a varias interrogantes, como: ¿qué sucederá? O ¿Saldremos de esto algún día? La ansiedad, es inmisericorde con los ciudadanos que anhelamos vivir en libertad y tener un País que sobresalga en economía, servicios, salud y educación. Pudiera ser uno de los más prósperos de la región, con un potencial de riquezas, envidiada por muchos países, que, bien gestionada, lograría coadyuvar a implementar planes para la visión de un mejor mañana. Paradójicamente, el deterioro sistemático en dos décadas, ha sido progresivo y constante.
Las madres, como usted o como yo, nos hemos adaptado, circunstancialmente, a luchar a brazo partido contra las injusticias que ha generado la absurda conducción de quienes han sustentado un poder omnímodo; sin miramientos, estos, han intentado despojar al ciudadano de la dignidad, histórica, que nos ha caracterizado como venezolanos. Aun así, hemos estado, allí, librando cada una de las batallas que la tiranía nos ha obligado a combatir, sólo, para, pretender, sortear las agresiones físicas y morales, de las cuales hemos sido víctimas e ir en búsqueda de una brecha determinante, con la esperanzadora idea que, dejar nuestra vida en ello, valga la pena.
Las necesidades de nuestra progenie, han sido la principal inspiración en la prosecución de nuestra lucha. No hemos cejado de batallar, no solamente en esta guerra, sino, como madres trabajadoras que buscamos, diariamente, el sustento a fuerza de voluntad y coraje para que nuestras familias no mueran de mengua. La mujer de la Venezuela invadida, ha tenido suficientes ovarios para enfrentar muchas vejaciones y ultrajes de un régimen que no distingue géneros. Muchas de ellas, han sido detenidas por los esbirros de la dictadura y violentada, en muchas ocasiones, su integridad como mujer; han sido golpeadas, heridas, asesinadas y laceradas en su pundonor. Sin embargo, las que aún continuamos de pie, cicatrizamos nuestras lesiones con orgullo, porque no han podido herir nuestro amor propio ni el amor por nuestro País.
El ejemplo a seguir, lo tenemos tangible en, María Corina Machado, una de las mujeres que, no sólo, ha demostrado coraje, sino, que se ha mantenido erguida y sin dobles discursos; su valentía y capacidad de líder, en la organización política Vente Venezuela, es y ha sido invaluable en ese terreno y como ciudadana. Su perseverancia discursiva, se ha constituido en el estandarte de lucha y ha dejado a nuestro País en alto como paradigma de la mujer venezolana. Continuaremos, igual que ella, insistiendo hasta derrotar la tiranía que, hoy, ultraja y oprime nuestra Nación… ¡No hay vuelta atrás!