Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Nunca en 22 años me había sentido tan derrotada, deprimida, humillada, cansada.

Este año ha sido un año donde todos hemos sido golpeados aún más fuerte por la crisis política, económica, humanitaria y literal, existencial que vivimos en nuestro país.

Días donde cargar agua ha sido un juego extremo, nuestras piernas están más fuertes porque nos toca caminar largas distancias para ir o regresar del trabajo, volvimos a la era de los cavernícolas pues toca hacer magia para cocinar sin luz sin gas y sin agua.

Días dónde quieres salir corriendo y jamás regresar, donde sientes que lo que haces no vale, donde espiritualmente te sientes derrotado, y si, así me he sentido hoy 2 de abril.

¿Y por qué me siento así? Es difícil explicarlo sin que sienta rabia impotencia decepción, imposible escribirlo sin que se salga una lagrima y se me arrugue el corazón.

Hoy salí como todas las mañanas a las 7:00 para poder ir a mi sitio de trabajo, no bastó con levantarme y no tener agua para bañarme bien, no bastó con no tener agua para cocinar dignamente. No, no bastó con eso, era salir a todo riesgo ligando los dedos para que el pasaje no lo hayan aumentado, pero que va, la inflación lo aumentó, ya con el efectivo que salí no llegaba a donde iba, a la mano de Dios continúe el recorrido y al llegar a mi última parada –son 4 rutas las que debo agarrar para poder llegar, pues el metro no funciona- lo que quedaba de efectivo no alcanzaba y al decirle al fiscal “oye tengo 150BS, y son 200 pero no los tengo, te los puedo dar mañana cuando vuelva para acá” a lo que respondió con un contundente NO PASAJE A 200 BS TODO EL MUNDO, no puedo negar que en ese instante quería era sentarme a llorar me sentí humillada y de la peor manera.

Esto lo viví yo y lo viven muchos venezolanos diariamente, pero a pesar de esto que vivimos y de lo derrotados que nos sintamos, no podemos desfallecer, no podemos rendirnos, no claudicaremos. Este país nos pertenece, esta desgracia tiene que acabar, va acabar, porque así lo decretamos los venezolanos, con nuestras oraciones puestas en nuestra patria, y nuestra fe y esperanza de la mano de Dios.

Ya van tan solo 92 días del año y me siento golpeada, cansada, quebrada pero eso es lo que ellos el régimen de Nicolás quiere que sintamos, y no lo vamos a permitir, los socialistas se irán y nosotros juntos recuperaremos este país.

No hay vuelta atrás y la libertad está cerca.