Vargas, una estado con gran potencia turística y gente buena, noble y trabajadora, no requiere en estos momentos de un cambio de nombre, lo que necesita con urgencia es un cambio de autoridades, un cambio de gobernador, alcalde, concejales y poder legislativo, para que otros, con mayor conciencia, se ocupen de las necesidades reales de los varguenses.
El Estado Vargas demanda con suma premura que se ocupen de las dificultades que la gente viene padeciendo diariamente en esta región, debido a la ausencia de políticas y acciones dirigidas a solucionar problemas como: la falla en el servicio de agua, la dotación de los centros de salud, la problemática del transporte en la entidad, la recolección de basura, la reubicación de personas que se encuentran en viviendas de alto riesgo; la limpieza y monitoreo de diques y quebradas llenos de escombros y maleza; así como la limpieza de playas y río.
Además de los trastornos por la inseguridad ciudadana, el desabastecimiento, la ausencia de atención a personas de la tercera edad, indigentes y de niñas y niños que deambulan por las calles; la necesidad de dotación de escuelas, la generación de empleos, el repunte del deporte la cultura; y la superación a los inconvenientes en el Puerto, el Aeropuerto, apoyo real para el impulso turístico y pare de contar.
Es decir, son innumerables los inconvenientes que agobian a los varguenses, y en un país sumido en una crisis económica, política, social y espiritual, es mucha la tarea de la que debieran ocuparse el Gobernador y otras autoridades del estado Vargas, como para dedicar tiempo, recursos y discusión en un tema (cambiar el nombre del Estado) que puede esperar.