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Realmente no sé cuál fue primero, si los partidos o los sindicatos, pero en esta oportunidad no se trata de fechas, de lo que se trata es de persecución de logros y objetivos para los que fueron creados. En esta oportunidad sólo me referiré a los sindicalistas en la Venezuela del socialismo del siglo XXI, versus la Venezuela de las libertades, por la que estamos luchando e inevitablemente construiremos.

En los actuales momentos, los sindicalistas están viviendo su peor momento de historia republicana, ya que hoy, al igual que antes, los regentes del Estado, así como los jerarcas de los partidos políticos los han utilizado para mantenerse, entronizarse en el poder o en la cúpula de sus partidos. Estos también han utilizado las instituciones para beneficiar sus proyectos políticos e ideológicos, las mismas que les han permitido usar al Ministerio del Poder Popular para el Proceso Social del Trabajo (MPPPST), antiguo Ministerio del Trabajo, como brazo ejecutor contra todos aquellos sindicalistas que no compartan sus posturas ideológicas o no acaten sus órdenes o pareceres.

Durante 40 años de gobiernos populistas y 20 años de régimen socialista del siglo XXI, o sea estos últimos 60 años, los destinos de Venezuela han sido “conducidos” por partidos que forman parte de la Internacional Socialista (con excepción de los dos gobiernos social cristianos). Todos estos partidos del establishment han utilizado a los dirigentes sindicales como “arreadores de trabajadores” para que se hagan presentes en sus actos políticos, o para que la presencia de los mismos sirva como masa de respaldo a la candidatura de los previamente seleccionados candidatos presidenciales, logrando así sellar un presunto compromiso con esa masa de acompañantes por medio de un abrazo, sonrisa o mirada del candidato, lo que deja en evidencia el desprecio que estos sienten por los dirigentes sindicales y sus libertades. Esos “arreadores”, actualmente no tienen espacio en el nuevo mundo laboral y en la construcción de la República; también ha quedado demostrado, y es evidente, que el régimen actual no los necesita, ni los partidos de “oposición” los requieren, pues fueron suplantados en gran medida por las redes sociales.

En lo laboral, la República en construcción requiere de dirigentes con un alto grado de compromiso con ella y sus ciudadanos, que cuenten con preparación o experiencia laboral suficiente así como con honradez de acción y desempeño; que sean capaces de entender la situación de destrucción y ruindad en la cual se encuentran las empresas, el aparato industrial y la productividad de las mismas, pues fueron secuestradas, expropiadas y arruinadas ex profeso, y a las pocas que quedan, o están tratando de sobrevivir, se les impide su normal y satisfactorio desempeño aplicándoles medidas fiscales impositivas.

Estos ciudadanos deberían estar abocados a la elaboración de un diagnóstico de las condiciones actuales en las cuales se encuentran esas empresas, los compromisos contraídos y no cancelados a los trabajadores, así como a construir un proyecto para que el día después o día del quiebre, se pueda solicitar la facilitación de trámites para la creación de nuevas empresas; que se haga ley la rebaja de impuestos a cambio del incremento de sus nóminas de trabajadores; prepararse para conformar las mesas de trabajo donde se elaborarán las nuevas leyes laborales y de seguridad social.

Es hora de iniciar las discusiones a través de video conferencias, foro-chat, etc., sin temor a tratar temas actuales como hacia dónde se conduce el nuevo orden mundial en lo concerniente al ámbito laboral, sus implicaciones, funciones y requerimientos, la aplicación de las herramientas virtuales, el uso de internet, la incorporación de nuevas tecnologías que han hecho posible el desarrollo de sus actividades desde sus hogares, la elaboración de los convenios individuales, del pago por horas de trabajo, etc., así como las privatizaciones de empresas. Todos estos temas se deberían asumir con claridad y transparencia, sin temor a las privatizaciones, ya que el Estado no debe ser empresario, pues tenemos suficientes pruebas de sus malos manejos, dado sus compromisos políticos e ideológicos, lo que ha servido para crear inmensos focos de corrupción y enriquecimiento de los políticos de turno y el empobrecimiento de los ciudadanos y la República.

Estas discusiones deben darse, alejadas de viejos dogmas de políticas foráneas, comunistas o socialistas, por medio de las cuales nos han hecho creer a los ciudadanos durante mucho tiempo, que las privatizaciones afectan los intereses de los trabajadores y que los mismos deberían oponerse a éstas en todo momento, ocultando la realidad de que los países donde existen empresas privadas, con libre mercado, libertad de empresa, respeto a la propiedad privada, donde hay marco jurídico para las inversiones nacionales o internacionales, son naciones libres, ricas y prósperas, donde los trabajadores disfrutan de altos salarios así como de muy buenos estándares de vida. Lo contrario pasa en las naciones estatizadas, convertidas en entes arruinados, mal administrados, de bajos o paupérrimos salarios, con muy baja producción, con destartalada maquinaria u obsoleta tecnología, con trabajadores con baja autoestima y, como producto de todo éstos, los trabajadores no puedan aportar lo mejor de ellos. Son países con deficientes sistemas sanitarios, baja o nula producción de alimentos, así como nula es también su producción y suministro de medicinas, desastroso sistema de salud, con pésimos o escasos servicios públicos, etc.

Las privatizaciones para estos políticos son contraproducentes, pues son un obstáculo para su enriquecimiento, pero para los ciudadanos la realidad es otra, en vista de que con éstas se aumenta de manera exponencial su remuneración, su poder adquisitivo, así como sus niveles de vida. Cómo olvidar los momentos de libertad y riqueza que vivieron los trabajadores de SIDOR cuando ésta fue administrada de forma privada por la empresa Argentina Ternium. En ese momento, ésta solo pudo adquirir el 60% de su capital accionario, y aun así logró convertir a SIDOR en una empresa del primer mundo, competitiva en calidad y oportunidades. Cómo desconocer que se cumplían las convenciones colectivas, los acuerdos entre las partes, que jamás se les retuvo o secuestró la quincena; también es reconocida su capacidad para poner en ejecución planes sociales con y en las comunidades, realizando obras sociales en escuelas y hospitales. En contraprestación a sus servicios, los trabajadores disfrutaron de ingresos acorde con sus labores y requerimientos por parte de la empresa, tuvieron excelentes salarios, los que en algún momento, fueron superiores a los poseídos por otros en este lado del mundo, lo que les permitió gozar de estándares de vida satisfactorios y saludables, tanto para ellos como para sus familiares.

La privatización en cuestión generó riquezas y trajo consigo un excelente momento económico para el estado Bolívar y por ende para la República. ¿Acaso deberíamos desconocer los excelentes salarios y niveles de vida que disfrutaron los trabajadores de las otrora empresas privadas como CANTV, las distintas empresas prestadoras de servicio de electricidad, la banca, empresas atuneras, enlatadoras, molinos, calzado, arroceras, torrefactoras industriales como artesanales, agrícolas, turismo, productos químicos, etc.?. Fueron modelos de administración y gerencia, generadoras de riqueza, a tal extremo que los trabajadores podían adquirir acciones de éstas y así asegurarse una vejez con tranquilidad económica, y poder conservar así las comodidades adquiridas durante su tiempo de trabajadores activos. Nada comparable con las empresas del estado o estatizadas, las cuales cancelan jubilaciones de hambre y miseria.

Recordemos o no olvidemos, el vergonzoso caso de las pequeñas y medianas empresas (PYME) desaparecidas ya, puesto que las mismas no fueron creadas para ser sometidas o conducidas por la vetusta y obsoleta mentalidad del papá-Estado. Esta situación repercutió en pérdida de cientos o miles de puestos de trabajo, significando así la ruina para ese compendio de pequeños y medianos empresarios, así como de sus trabajadores y sus familias, arrastrando consigo la pérdida de los beneficios laborales que percibían, tales como pago de guarderías, útiles escolares, HCM, servicios funerarios, etc.

Se va a requerir dirigentes preparados para asumir la defensa de las privatizaciones como algo de imperiosa necesidad. Es el momento propicio para que estos luchadores sociales asuman con madurez y aceptación, y sobre todo con visión futurista, que sólo con empresas privadas sería posible lograrlos. Es imprescindible aceptar y estar presentes en las privatizaciones de empresas como PDVSA, CVG, e impostergable, dado la falta de mantenimiento y a la obsolescencia a las que las mismas fueron sometidas durante estos últimos 20 años. Se requerirá, para su funcionamiento o reactivación, que se les modernicen e incorporen nuevas tecnologías o tecnología de punta.

Es necesario también incluir las empresas que fueron expropiadas, pues su no privatización acarrearía la cancelación de montos incuantificables para cualquier administración o país, sin dejar de imaginarnos los costos sociales a los cuales serían sometidos sus trabajadores en caso de que algún ente multilateral o banca internacional -producto de coincidencias políticas e ideológicas con los que nieguen tal impostergable medida- se prestase a ser cómplice de tales y alocados desembolsos, los daños sociales serian desastrosos, inmorales y desvastadores para la población, sólo comparables a los que hoy nos ha causado vivir en socialismo; se requerirían pagos que seguramente sobrepasarían los 250 millones de dólares, monto actual total de la deuda externa. Estos dirigentes ya deberían iniciar las conversaciones con los sectores laborales interesados o que son parte de la conservación de la naturaleza, la biodiversidad, los parques, reforestación, restauración de espacios naturales, los conservacionistas, ambientalistas, para que juntos puedan elaborar un planteamiento en el cual, respetando los parámetros de conservación de la naturaleza, ríos, poblaciones autóctonas, etc., se haga posible el reordenamiento y privatización del denominado hoy Arco Minero, logrando así que éste genere riquezas a la nación y no a los amos de turno y sus cómplices políticos.

También es necesario poner atención a las condiciones y prácticas futuristas en las cuales se encuentra actualmente imbuido el mundo laboral, en este siglo y subsiguientes, ya que su adaptación y logros son garantía de la conservación y aumento de puestos de trabajo, logrando así repúblicas fuertes y sanas, con economías libres y prósperas.

Este escenario es muy distinto al que tenemos actualmente, en el cual PDVSA, la empresa administrada por el Estado, la más importante y productiva en su momento, emblema de nuestro país petrolero, aquella que logró ya hace algo de tiempo ser la 2da o 3ra en importancia en el mundo, hoy la encontramos sobrecargada de militantes o simpatizantes políticos, carentes de niveles intelectuales o de experiencia; la llevaron, de tener 60 mil trabajadores a 120 mil, logrando de esta manera lo impensable, su ruina. Indudablemente que con la privatización se obtendrían excelentes salarios e inmensos logros laborales para la nómina de trabajadores, de acuerdo a su nivel de preparación y su mérito, acordes con los requerimientos de vida contemplados en los organismos internacionales.

La privatización acabaría con el otorgamiento de puestos de trabajo sólo por la condición de ser afiliados o simpatizantes afines a proyectos ideológicos, lo que aseguraría una baja sustancial del desempleo a números nunca vistos. Con la privatización se recuperaría la meritocracia y la excelencia salarial y de producción, también se lograría el satisfactorio desempeño de sus trabajadores, por lo que debemos ir pensando en cambiar ese viejo artilugio de a igual trabajo igual salario; por igual desempeño igual salario.

Los trabajadores deben ser parte de los procesos laborales que se requieran para lograr la construcción de la Venezuela liberal y de libertades que merecemos. Deberían reunirse, estos conductores, en cónclaves, separados o ausentes de órdenes políticas, sólo con el único interés de ser actores activos en la construcción de esa República que todos merecemos. Me permito recomendarles la lectura de ese novedoso y futurista proyecto de transformación para nuestro país denominado “Venezuela Tierra de Gracia”, el cual contiene todas las aristas que conducen a esa República libre y rica a la que todos aspiramos, y que ya está en construcción.

Alfredo Mago

Comisionado Nacional Laboral de Vente Venezuela