(Barinas. 26/10/2020) Aunque el título en desarrollo del presente texto suene a película, la realidad es que en curso de los siglos ha proyectado el hemisferio occidental ha sido objeto de infinidades de temas llevados a la pantalla en las modalidades de largos y cortos metrajes, series televisadas y documentales fílmicos, entre otros. Todo esto a propósito de la profundidad de los intereses tocados cuyos efectos se encuentran a la vista. En buen lenguaje coloquial, Occidente ha dado y sigue dando «tela que cortar», y tiene que haber sido, y continua siendo así, toda vez que el hemisferio occidental surgió para dar luces a toda la humanidad en una amplia gama de conocimientos en muchos campos del saber. Esto ha sido reconocido como: «Cultura occidental.»
En ese orden, y tal como lo ha reducido la historiografía universal, se reconoce como cultura occidental a las manifestaciones humanas que en la filosofía, las ciencias, la cultura y el deporte, entre muchas otras, surgieron desde la antigüedad con fundamento en los aportes de los primeros sabios de Grecia (siglos IV y siguientes antes de Cristo), de las instituciones emanadas de la «Roma antigua» y siglos siguientes (a partir del 700 años antes de Cristo) y de la configuración de expresiones que en los religioso y lo cultural vino en desarrollo de los pobladores judeo-cristianos que se amalgamaron en las dos anteriores manifestaciones greco-romanas. (Aproximadamente desde el año 1200 antes de Cristo y lo transcurrido en la era cristiana.)
Con esto, el ser humano enarboló las realizaciones de principios y valores haciéndolas cabeza propias en su experiencia posible: La ÉTICA en expresión de lo BUENO, el BIEN y lo JUSTO, ésta en objeto de la JUSTICIA, y por su parte la ESTÉTICA en expresión de lo BELLO, en tanto que objeto de la excelencia. Es importante apuntar que, si bien los evidentes aportes del conocimiento occidental en los avances de la humanidad, la experiencia dice que no ha sido nada simple.
OCCIDENTE SIEMPRE ESTUVO BAJO FUEGO, es decir, al asedio de los enemigos del desarrollo: Criminales y mercenarios cuyo propósito era matar, robar, violar, esclavizar, saquear, sobornar y en fin destruir prácticamente todo, arrasaron lo que encontraron a su paso, de este modo y en definitiva oponiéndose al orden establecido imponían a fuerza de fuego, sangre y muerte lo que les viniera en gana. Como evidencia histórica, entre muchas, se encuentra la intervención de los llamados pueblos bárbaros (vándalos, alanos, suelvos, francos, godos, ostrogodos, visigodos), que asediaron y de cierta manera entre los años 300 y 400 de nuestra era, sometieron al imperio romano de occidente, donde para el siglo V, la llegada de los hunos, provenientes del Asia (atención con esto) con su caudillo Atila, arrasan con los territorios conquistados deponiendo las representaciones políticas, incluso con asesinatos, de tal manera que, si estuviéramos relatando episodios actuales diríamos que: «cometiendo delitos de lesa humanidad en plena violación de derechos humanos». (Con la venia de quien lee, tengo que decirlo de esa manera bajo la modalidad de un recurso retórico comparativo en el tiempo considerando que el cerebro humano tiene la particularidad de examinar cosas del pasado, como muy remotas.)
En conclusión, el presente comentario viene a propósito de quienes llevan su pretendida experiencia vital a modo del poema del ilustre Rubén Darío: «No son muertos los que en dulce y calmada paz disfrutan de la tumba fría; muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía», como se dice «viven por vivir» ignorando las amenazas reales al acecho. Por otro lado, para quienes, mantienen la antorcha de la alerta perenne encendida. Los bárbaros de siempre han tenido a Occidente en su mira, como su objetivo alcanzable para ser destruido: OCCIDENTE BAJO FUEGO.
Y como dirían algunos presentadores de películas: «, el presente film, no es mera coincidencia».
Asdrúbal Romero Silva
@AsdrubalRomer16