Como si no fuese suficiente la pandemia por el Covid-19, en nuestro paÃs ocurren a diario –y antes de la llegada de ese virus- tragedias cotidianas que nos permiten afirmar que sobrevivimos a un Estado fallido, aunque en nuestras comunidades caraqueñas tienen muy claro que el socialismo no falló.
El sábado pasado, un incendio devoró por completo el hogar de una familia en el sector Bicentenario de AntÃmano. Cuatro adultos y siete niños se quedaron sin techo, sin pertenencias y hasta sin mascotas. ¿A quién acudir? ¿Cómo enfrentar una situación sobrevenida si el dinero apenas alcanza para comer?
Es una realidad que en otro paÃs significarÃa de igual manera una calamidad, pero que en Venezuela representa un dolor indescriptible para una familia sin oportunidades de trabajar decentemente para recuperarse por sà sola.
Sin embargo, lejos de importarles eso, esta semana vimos con indignación cómo el régimen ondeó la bandera de Irán en las Torres del Silencio, en el centro de nuestra capital, confirmando las pretensiones de un sistema criminal que impone el miedo a través de aliados promotores del terrorismo.
El socialismo no falló en sembrar el terror en todos los sectores donde, además de confinados, nuestros ciudadanos viven a oscuras y sin agua para impedir el contagio por Coronavirus.
El socialismo no falló en La Pastora, donde los vecinos habilitaron tomas en la orilla de la calle para poder surtirse de agua. Son horas de cola para llevar agua para sus hogares.
El socialismo no falló en Macarao, donde tienen meses que no llega el camión de gas. Los consejos comunales dicen que va a llegar y desde las 6 de la mañana los vecinos hacen colas y la mayorÃa de las veces no reciben nada.
El socialismo no falló en El Junquito, donde hay sectores que no reciben agua desde hace cinco meses.
El socialismo no falló en La Vega, donde pasan hasta 15 dÃas sin recibir una gota de agua. Los vecinos hacen colas para poder llenar tobos de agua en una toma.
En resumen, este Estado que definimos como fallido no ha fallado en su objetivo totalitario al restringir toda libertad posible e imponer su pensamiento a la fuerza, al no garantizar la seguridad humana y someter a millones de venezolanos al sufrimiento diario, e incluso a la muerte. Muchos, diariamente alzan su voz, pero necesitan la actuación inmediata de una dirigencia polÃtica que no se doblegue, ni se preste a válvulas de escape distintas a la fuerza. Sólo asà podremos parar el sufrimiento de nuestra gente, reinstitucionalizar el paÃs y asegurar un destino: que Venezuela sea quien no falle y la libertad venza.



