Empecemos por lo último que nos mantiene en expectativa, y que algunos, por extrañas razones, han querido plantear como un dilema sobre si nos beneficia o no. Me refiero a los buques iraníes cargados con supuesta gasolina. Bajo la premisa de que la tiranía de Maduro no hace absolutamente nada en favor del pueblo; no se puede concluir sino que se trata de un FALSO DILEMA.
La escasez de gasolina, así como ha venido sucediendo con los alimentos (CLAP), solo le sirve al régimen para su perverso plan de control sobre la población; para fomentar la corrupción y a la vez la adhesión de los militares, que son los que se benefician del negocio; para la discriminación; para mantener a la gente ocupada en la búsqueda de recursos básicos para su subsistencia; para enviar un mensaje de que el bloqueo lo hacen quienes no quieren el bien para el pueblo, y por tanto son ellos los que se preocupan por las necesidades de la gente (muchos le creerán); en definitiva, racionalmente no tenemos por qué esperar ninguna acción loable del régimen con esto de los cargueros de gasolina, ni con nada que prometan o anuncien.
Por esta falta de expectativas que naturalmente debemos tener a estas alturas sobre las acciones de la narcotiranía, es por lo que ya debemos dejarnos de sorprender de sus desmanes; y en su lugar ocuparnos y concentramos en las acciones positivas que debamos y podamos emprender de manera urgente para desalojar a la tiranía. En razón de lo cual es necesario un acuerdo del ciudadano con quienes asumieron el rol de dirigir la conducción política del país, a fin de establecer acciones concertadas inmediatas, que sean concretas y congruentes a la escalada de crisis que padecemos.
Estimo que la oferta de conformación de un “Gobierno de Emergencia Nacional», implica de suyo que de manera voluntaria y unilateral el usurpador abandone el poder; o en su defecto, que sea desalojado en contra de su voluntad. Ha quedado demostrado suficientemente que la primera opción es improbable; quedando por tanto la segunda como la única posibilidad, que de resultar efectiva nos llevaría a conformar un Gobierno de Unidad Nacional que reinicie la democratización del país.
Es por ello que se ha convertido en clamor ciudadano, exigirle al Presidente encargado, dado el carácter constitucional que tiene de conducir las relaciones internacionales, que expresamente solicite ante el Consejo Permanente de la OEA, en el marco del Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) -el cual por cierto se encuentra activado-, la aplicación de la medida de «última ratio» que establece dicho tratado, como lo es la CONFORMACIÓN DE UNA COALICIÓN MILITAR para la liberación de la población.
La petición de esta medida se encuentra justificada con creces, primero, por las condiciones materiales mundialmente conocidas de encontrarnos en la frontera entre crisis y catástrofe humanitaria (es inoficioso entrar aquí a detallar las circunstancias que llenan en nuestro caso el contenido de «crisis humanitaria»); y segundo, por estar vigente el tratado internacional que obliga a los países suscribientes, al ineludible cumplimiento de las fundamentales obligaciones sobre protección de la gente ante crímenes generalizados a los derechos humanos. Con base en estas dos condiciones, no se encuentra ninguna justificación para eludir la solicitud de esta forma de ayuda humanitaria.
El sesgado argumento de «REALPOLITIK», traducido en este caso en la negativa en solicitar la ayuda militar porque, en privado, la mayoría de los países han manifestado su disposición de no aprobarlo; es absolutamente improcedente por las razones que señalo en las siguientes líneas.
Si el presidente Juan Guaidó está consciente de que «nuestra realidad» amerita de manera apremiante la activación de esta forma de acción, como única vía efectiva para poner fin a la tiranía narco terrorista que, alevosa, ignominiosa y de forma inmisericorde mancilla la existencia misma del venezolano; entonces su deber ético, humanitario y político es pedir, sin más pérdida de tiempo, LA CONFORMACIÓN DE COALICIÓN MILITAR para neutralizar a los genocidas.
Sería lamentable para la sufrida población, que el Presidente encargado no actúe y agote todas las vías posibles. ¿Qué justificación tendría para la posteridad cuando culmine su mandato, y se le requiera una explicación del por qué no pidió esa forma de ayuda humanitaria? ¿Respondería simplemente que no la pidió porque no se la iban a dar? Ante la evidencia, la historia se encargaría de juzgar una respuesta de esta naturaleza. Pues, cuando se tiene la razón, fundada en la verdad de los hechos, no existe excusa para no hacerla valer.
Presidente Guaidó, mi recomendación y exigencia, es que, movido por la fuerza de ver a sus conciudadanos en total estado penuria, sometidos por una tiranía malvada; usted, convencido por la razón que nos asiste, se dirija de manera firme y decidida a los miembros de los países que se comprometieron con cada uno de los pueblos de las naciones que suscriben el Tratado de Asistencia Recíproca, para que honren su compromiso en defensa de los derechos humanos de todo un país que lo urge. De esta manera quedará en la esfera de responsabilidad política, moral y humanitaria de cada uno de los actuales presidentes de esos países suscriptores, su compromiso con la humanidad misma.
Reconozco que no es tarea fácil, y que exige el máximo valor y sacrificio, pero en nuestras coyuntura, ameritamos de un liderazgo, que en compañía de su pueblo, tenga la capacidad y visión de transformar las circunstancias desfavorable para direccionarla hacia el fin de estrategias que conduzca al triunfo; que no se conforme con actuar reactivamente ante una aparente realidad que contraría nuestros legítimos intereses, sino que sea capaz de ser propulsor y diseñador de realidades que conduzcan a la liberación.
Presidente, los venezolanos estamos dispuestos a restearnos con usted en esta riesgosa, pero necesaria acción.