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Hace ya algún tiempo, la comparación que hacíamos de nuestro país, Venezuela, con Cuba y su régimen, resultaba de asombro y hasta de comentarios incrédulos para muchos. La sola idea de establecer una ligera analogía era de turbación.

Hoy día, la experiencia que vivimos los venezolanos es de gran afinidad que hasta llegaríamos a pensar que no sabemos dónde se sienten más familiares los cubanos que tenemos en este país, si aquí en Venezuela, o allá en Cuba, y por supuesto, esto nos lleva a que combatir la desesperanza ante todo esto, cuesta Dios y parte de su ayuda.

En una de esas lecturas obligadas que a veces hacemos, revisando la Historia de Cuba, en muchos de sus episodios, sacados de cuentos de terror, se escribía de que en ese país, ver tres días de apagones consecutivos llegó a ser parte de la normalidad del día a día de los cubanos, debían ingeniarse y fantasear miles de estrategias para resistir cada acontecimiento. Cuenta además la historia de Cuba, que la algarabía después que se producía un apagón y llegaba la luz era ensordecedor, a todas estas, simple y sencillamente una “forma de manipulación comunista” era vanagloriarse de causar esa euforia por haber quitado un servicio durante tanto tiempo y luego restablecerlo.

Así estamos hoy en día los venezolanos, no tener luz, se ha convertido en un acto ya de costumbre o conformidad que muchas veces nos atrevemos a determinar el conteo de las horas que tardará o llegará, planificando nuestras actividades en función de la ausencia de un servicio enteramente básico, como el mantener alimentos o el agua, por ejemplo. Es increíble, como se puede manipular la mentalidad del ser humano.

La entretención del venezolano hoy en medio de este proceso de cuarentena, llega a un simple compartir TV, amén de quienes gozan el privilegio de tener cable, no obstante, ya eso se convirtió en un factor suerte, porque nunca terminas de disfrutar un programa completo, ya las familias optan por no encender el TV. Lo mismo solía suceder en Cuba con las llamadas, novelas brasileñas, episodios de narraciones de sus propios protagonistas, quienes cuentan sus relatos con lágrimas y desesperanzas, sin menoscabo, que la mayoría de los pobladores de la Isla solo contaban con cocinas eléctricas, sumado al drama de la falta de agua, y por si fuera poco, sin derecho a protestar porque te mataban; cualquier parecido a la realidad nuestra “mera coincidencia”.

En Cuba, se solian utilizar “lámparas artesanales”,  pero acá en Venezuela, inicialmente eran las velas, luego pasado el tiempo y debido al costo de las mismas,  éstas improvisadas lámparas, hasta que llegó el momento de ya no recurrir a nada.

La cuarentena en Venezuela, ha sumado un episodio más de tortura y sacrificios, por cuanto, ya no sólo son los “alumbrones” lo que acompaña, sino también el hambre de muchas familias que hace juego con el sufrimiento y padecer de los venezolanos. El Cubano, mantenía unas condiciones similares o pudiéramos decir, iguales.