Hoy día más de tres mil millones de personas estamos confinados en nuestros hogares por el coronavirus, que muestran cifras alarmantes, según la OMS, de al menos 3.003.344 casos de contagio, con 209.388 muertes, en particular en Europa y Estados Unidos. Esta pandemia que inició en diciembre de 2019 con el nombre del Covit-19, tuvo su origen en la ciudad de Wuhan en China, en los mercados locales, como una zoonosis producto de la manipulación de los animales para beneficio del hombre, que han producido otras afecciones similares como el caso del virus del Nilo, el virus del Hanta, la enfermedad de Lyme, la gripe aviar, el virus del ébola, la fiebre de Lassa, el Síndrome Agudo Respiratorio Grave, el virus del Zica y muchos más.
El problema radica en los daños y alteraciones profundas que nosotros los humanos hemos causado en la naturaleza y que ha permitido el afloramiento de microorganismos naturales en las especies animales y vegetales, pero letales para los humanos. La única medida de prevención, es repensar nuestra relación con la naturaleza y cuestionar nuestro modelo socioeconómico actual. Debemos repensar nuestra relación con la naturaleza y cambiar de raíz este modelo socioeconómico que manipula con la excusa de «movimientos colectivos ecológicos», pero que lo que hacen es sobrexplotar recursos y destruir ecosistemas enteros y los actores de la pobreza extrema, tienen que sobrevivir del consumo de animales salvajes, reservorios naturales de muchos virus, que son diseminados a todos los niveles, por la globalización y la rápida movilidad de especies portadoras de virus a cualquier parte del mundo.
¿Cómo podemos pensar que destruir los ecosistemas y sobreexplotar los recursos no va a tener consecuencias profundas a nuestras vidas?, ¿Qué tiene que ocurrir para que abramos nuestros ojos a esta realidad?
La pandemia del coronavirus, así como el 70% de las enfermedades emergentes en los últimos 40 años, la hemos provocado nosotros mismos, con nuestras acciones destructoras de la naturaleza para nuestra comodidad. Estamos promoviendo la sexta gran extinción de la vida, con amenazas sobre un millón de especies, empobreciendo los ecosistemas, imponiendo criterios de comodidad para el hombre y sus intereses. Si realmente aspiramos a tener un mundo sostenible y feliz, con bienestar propio y el de las futuras generaciones, la única alternativa es proteger, conservar y restaurar una naturaleza saludable y armoniosa, donde los humanos formemos parte activa de ella.
Dra. María Nela Vera Díaz
Comisionada Nacional de Ambiente