(Maturín. 17/02/2020) Venezuela durante las últimas dos décadas ha ido en constante decadencia, a veces de forma acelerada, otros días un poco más lento, pero en retroceso al fin. Muchas personas, llámense analistas político-socio-económicos o no, o simplemente opinantes de oficio, afirman, que durante los 15 años que gobernó Hugo Chávez a Venezuela no le fue tan mal, algo realmente utópico, porque ahí se gestó la gran crisis generalizada que enfrenta la República. Chávez Frías sentó las bases de una ideología criminal y generó los enlaces necesarios entre las más altas organizaciones terroristas y redes de narcotráfico en el mundo, logrando consolidad la Corporación Criminal Socialista que hoy mantiene secuestrado el poder; definitivamente, al país le fue muy mal.
La destrucción del sistema económico fue un total éxito de los regímenes totalitarios de Chávez y Maduro; las primeras expropiaciones hechas por el socialismo en Venezuela eran mero resentimiento, pero que encendieron las alarmas en la ciudadanía, algunas, como el caso del Edificio La Francia, propiedad de la UDO (propiedad de la nación), un completo sinsentido, una “auto-expropiación”; el final de la historia todos lo conocemos, todos lo vivimos, lo padecemos.
A la fecha, más de 10 mil 200 empresas han sido arrasadas por el socialismo de Chávez y Maduro, según información de Juan Pablo Olalquiaga, de Conindustra; esto es una cifra catastrófica para el país con grandes reservas de petróleo, gas y diversos minerales. Por su parte, la periodista Sabrina Martín del PanamPost, asegura que “los controles de cambio, de precios, las leyes del trabajo, las expropiaciones y amenazas, son, en su mayoría, las causas por las que el sector industrial cada día se convierte en un cementerio empresarial.”
Sin duda, el aplastamiento del aparato económico ha marcado profundamente a los venezolanos, ha modificado nuestro ritmo y estilo de vida; cosas tan básicas en el mundo moderno como las farmacias 24 horas, ya no existen en Venezuela. Todo ha ido cambiando en el área económica y comercial, menos empresas, más desempleo, menos horas de trabajo, y en esto último me quiero detener. La contracción de los horarios laborales es un fenómeno inquietante, que afecta no solo a las empresas, sino también a la ciudadanía en general.
Levantarse a las cinco de la mañana ya no es factible para los venezolanos que quieren hacer sus diligencias temprano y regresar pronto a casa, y es que a esa hora y hasta las nueve, la actividad en oficinas tanto públicas como privadas, y comercios es casi nula, la actividad laboral en Venezuela ahora comienza a “las nueve de la madrugada”, pasearse a tempranas horas por las calles de las ciudades es encontrar soledad e inseguridad, lo único que el socialismo deja trabajar al amanecer. En años anteriores, solo los grandes centros comerciales abrían entre las 10 y 11 de la mañana, no era esto sinónimo de atraso, pues su horario de cierre era a las 10 y 11 de la noche, (algo bastante normal en un países con economías de libre mercado), y hoy, producto de factores como: inseguridad, falta de transporte, quiebra de comercios, deben cerrar entre las cinco y seis de la tarde, historia que se repite de manera más grave fuera de los centros comerciales, donde las santamarías bajan a las tres de la tarde.
Lo anterior significa horas de trabajo muertas, incidiendo en la poca productividad y mala calidad de servicio que reina en el país, a esto se suman las horas perdidas entre colas para surtir gasolina. Los comercios y oficinas, públicos y privados, viven en una película de terror, porque aquello de “las nueve de la madrugada”, no es más que una pesadilla inducida que debe terminar.
Recuperar a Venezuela será una tarea fácil una vez lograda la libertad, con el compromiso de quienes, a pesar de la crisis generalizada, mantienen en pie sus empresas y puestos de trabajo, sumado a quienes seguramente regresaran al país a emprender, a invertir y generar fuentes de empleo, y construir el país moderno que nos merecemos. Madrugar ya no será un sinsentido, sino una acción de provecho para la ciudadanía, haciendo honor a aquello de “el que madruga Dios lo ayuda” o “recoge agua clara”.
@diliojose