A propósito del reciente episodio, donde le fue negada la visa de entrada a Canadá a la Ex Ministra del Deporte y atleta de esgrima Alejandra Benítez para participar en un evento clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y a pesar del esfuerzo que hace el Comité Olímpico Internacional COI de separar la política del deporte es casi imposible lograrlo.
Xavier Medina, doctor en antropología social y profesor de la Universidad Oberta de Catalunya y de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de Blanquerna, señala que “forma parte de la sociedad y es un reflejo de la misma, por lo que está ampliamente implicado con el resto de aspectos sociales, entre los cuales se encuentra indisolublemente la política”, también expresó que “aunque una competición deportiva de cualquier tipo no tenga porqué estar relacionada directamente con política, las personas, las instituciones y los clubes acostumbran a estarlo, por lo tanto lo más normal es que el deporte se tiña de política”.
A través de la historia son innumerables los ejemplos de cómo se ha usado al deporte en el acontecer político. Algunos de los capítulos más famosos se desarrollaron en 1936, durante los Juegos Olímpicos de Berlín. Hitler utilizó este magno evento para promocionar el nazismo y, a su vez, demostrar la superioridad de la raza aria. Desde luego al sanguinario dictador nazi no le agradaron las cuatro medallas de oro alcanzadas por el afro estadounidense Jesse Owens, quien en 100 y 200 metros planos, salto largo y relevos 4×100 se coronó por encima de todas las demás “razas” que participaban en la competencia.
En el ámbito del boxeo también en 1936, el alemán Max Schmeling derrota en Nueva York al estadounidense Joe Louis, por lo que fue ampliamente celebrado por el régimen nazi. Sin embargo, la adoración se convirtió en desprecio al año siguiente, cuando Louis, quien ya era campeón mundial, noqueó a Schmeling en el primer round. Según se ha dicho, este se trató del nocaut más significativo de la historia del dicho deporte, pues también significó una derrota a la supremacía aria de la que tanto alardeaba el régimen nazi y que no sería positivo para la propaganda política alemana. Podríamos imaginar entonces lo que significó para el régimen de Hitler que sus deportistas arios fueran físicamente inferiores a los afro estadounidenses.
El hecho más triste relacionado con política, tuvo lugar en los juegos olímpicos de 1972. Tras 20 días de competencia en la sede de ese año, Alemania, el mundo presenció hasta dónde estaba llegando el conflicto entre Israel y Palestina. En la madrugada del 5 de septiembre de ese año, en Múnich, un grupo de palestinos que se hacían llamar “Septiembre negro” tomó como rehenes a un grupo de deportistas Israelíes y, a cambio de sus vidas, pedían la liberación de 200 palestinos en cárceles de la nación Judía. El resultado fueron 18 cadáveres: 11 israelitas, 5 secuestradores, un piloto y un policía.
De la misma forma, los regímenes comunistas convirtieron a las gestas deportivas en plataformas de transmisión de sus intereses políticos. Durante la guerra fría, tanto Estados Unidos como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) boicotearon, a su turno, los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y de Los Ángeles 1984. En cada caso, primero impulsados por Estados Unidos, se retiraron de la competencia olímpica de Moscú la nación del Tío Sam junto con otros 64 países en protesta a la invasión soviética a Afganistán; y cuatro años más tarde La URSS se retiraría de las justas olímpicas junto con otros 15 países. Es decir, debido a sus conflictos políticos dos competencias olímpicas se fueron a la caneca.
Otro gran momento en el que el deporte y la política fueron de la mano es durante el mundial de Rugby de 1995. Nelson Mandela, entendiendo de la gran pasión que sentía el pueblo Surafricano por el Rugby, utilizó este deporte para unir al país. Un 24 de junio de 1995, en el estadio de Ellis Park de Johannesburgo la selección de Rugby de Sudáfrica, los ‘Springboks’ derrota a la gran favorita del torneo, Nueva Zelanda. Con esta victoria Nelson Mandela finalizó un plan para unir a los sudafricanos negros y blancos y borrar (dentro de lo posible) la huella del Apartheid sudafricano. Gente que nunca había celebrado una victoria de los ‘Springboks’ salió a la calle a gritar de alegría y aficionados blancos ondearon por las calles de las ciudades sudafricanas la bandera constitucional sudafricana impulsada por el Gobierno de Mandela.
Nuestra labor en el deporte cuando nos corresponda, aparte de transformarla, modernizarla y llevarla a cada rincón del país, será utilizarla como Nelson Mandela como instrumento para unir a un país.