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Enero 2020, solo un breve respiro dejó la navidad a los venezolanos de 2019 para enfrentar de nuevo los problemas de fondo que trae consigo vivir en el Estado Forajido. La provincia sometida al desabastecimiento de combustible, al encarecimiento de los productos de la cesta básica producto de la inestabilidad y poca confianza en la moneda nacional, los nuevos experimentos a través del sistema de pagos con Petros que se pretende imponer a la fuerza, el deterioro de la estructura y vialidades del estado, todo esto acompañado de las constantes caídas del sistema eléctrico.

La realidad del Estado forajido se muestra con total nitidez cuando quien lo tiene que sufrir es una persona que tiene un problema de salud, sufre una enfermedad crónica o emergencia hospitalaria. Solo si las probabilidades juegan a su favor podrá salvarse. La probabilidad de que la ambulancia tenga combustible esté operativa, el médico de guardia haya podido llegar, una bombona de oxígeno esté llena, que haya los reactivos, que se consigan los medicamentos, la probabilidad de que la planta de generación eléctrica de emergencia funcione.

Ninguno de los que habitan en el estado forajido escapan de esta realidad, pueden mitigarla, sin embargo, no puede escapar de todos los problemas que afectan al conjunto. Y quienes pueden mitigarlo porque su economía se los permite, deben enfrentar entonces ser objetivo de los distintos grupos que operan en el Estado Forajido, cada componente de mafia organizada y crimen organizado. En líneas generales todos tenemos un ticket es cuestión de saber que en algún momento tendremos un turno.

La mayor parte de la ciudadanía espera con urgencia la solución de esta realidad y estén garantizados sus derechos fundamentales. No los reclama con pasividad, ha luchado incansablemente por que se respeten, ha depositado confianza en distintos liderazgos que reclaman constantemente como bandera de lucha la solución de estos problemas. Hoy esa sociedad sigue luchando y organizándose para hacer frente al Estado forajido. Innumerables son los esfuerzos que desde la sociedad civil se están haciendo para mitigar el quiebre del sistema hospitalario, estructural y económico del país.

Entretanto si la respuesta al sometimiento de una sociedad entera ante tales condiciones de vida, más que por la fuerza, o por su pasividad, la respuesta es que nos han sometido por confiar en las personas incorrectas para la conducción del cambio. Y como ciudadanía en la esperanza de que ese cambio ocurra, nos han llevado por caminos ciegos que terminan con la disolución de las fuerzas que lo componen. Hoy se espera impere la urgencia del cambio venezolano, que las acciones a seguir tengan la coherencia y fuerza necesaria en lo que implica la resolución del caso Venezuela y que no se lleve a la ciudadanía una vez más por camino que terminen en la legitimación, consolidación y permanencia del Estado forajido.

@bdjab