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Justo Navarro tiene a toda su familia en el exterior. En esta época recuerda que su trabajo es para que en algún momento, sus hermanos regresen y encuentren un país libre. La situación lo ha llevado a entender que los parientes son por nacimiento, pero la familia es la que ha escogido

(Caracas. 23.12.19) La migración venezolana alcanza los 4 millones de migrantes. Pero ese flujo migratorio no se detiene. Para el año 2020, La Agencia para refugiados de la ONU estima que la cifra pueda alcanzar al menos 6,4 millones de ciudadanos que salen por nuestras fronteras en búsqueda de un mejor futuro.

El 7 de octubre de 2018, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en su visita a la frontera colombo-venezolana para constatar la gravedad de la situación calificó de «crisis monumental» la migración venezolana.

Pero no es solo una cifra. La crisis migratoria representa la fractura de las familias venezolanas que en la actualidad viven lo que representa el dolor de no solamente dejar tus tradiciones y país, sino también dejar a tus familiares en el contexto de la peor crisis política, social y económica jamás vista

Es el caso de Justo Navarro, periodista venezolano, quien tiene que lidiar con la realidad de que prácticamente toda su familia emigró. Recientemente, su hermana tomó la decisión de irse a otro país y aunque le ha costado asumirlo, reconoce que le hace falta a quien considera también su amiga. “Aún no he entrado en un duelo. Ella, más que mi hermana, es mi amiga, pero aún no he caído en cuenta de que se fue. A veces la dinámica de trabajo no me permite estar tanto con mi familia y a lo mejor por eso me ha costado aceptarlo”, dijo Navarro.

Y aunque sus primos y hermanos han tomado la decisión de emigrar, pensando en su futuro, Navarro no se plantea en un futuro cercano hacer lo mismo. Asegura que sus sueños están en Venezuela y se mantendrá luchando hasta que pueda.

“Hay algo que me ancla acá. Tengo una visión en este país que tiene un incentivo, y son esas personas que se fueron porque lo que siento en realidad es admiración hacia esos venezolanos que tuvieron que dejar su país”.

Agregó: “La familia es una institución natural. Uno no elige a los parientes, pero sí elige a su familia. Por la situación me ha tocado formar una nueva familia que esté allí y apuesta a tus proyectos. También deben compartir valores, principios y lealtad”.

Pero está seguro: la situación actual es un plan sistemático que tiene como finalidad quebrar a la familia venezolana. La finalidad de este plan, asegura, es atacar a una de las instituciones más sólidas de Venezuela. “Esto es algo planificado y sistemático. Desde la llegada de Chávez no ha habido Navidades felices en Venezuela. Ellos necesitan a los ciudadanos desmoralizados y quebrando a las familias, consiguen desdibujar los valores”, sostiene.

Explica que son varios ejes y que por ello también pretenden acabar con los valores que se han creado en todo Occidente, esto con el fin de poder tener control sobre las personas.

Sin embargo, señala que en el país aún queda talento y que “aquí aún quedan ciudadanos que valen la pena. Es mentira que se fueron los mejores. Mi lucha es para que haya libertad en esa generación talentosa. Yo amo mi país y sé lo que quiero aquí”.

Diciembre es una época para el reencuentro y la reconciliación. Por ello, no duda en enviarle un mensaje a su familia: “A mi familia yo le digo que tomen la decisión que sea, irse o quedarse, que lo hagan con la convicción de hacer las cosas bien. Estés adentro o afuera, lo que hay que entender que nadie se rinde, porque eso sería darle la razón al socialismo”.

Este mes sirve para pensar en la familia. Pero también para fijar las metas para el nuevo año. Ante eso no queda más que, desde la distancia, apoyar y querer a aquellos que inician un nuevo camino en otros horizontes, aunque a veces no entiendan a los que optaron por quedarse. “También les pido comprensión por lo que hago y que se acuesten todos los días con la convicción de que vamos a conquistar la libertad”.

La realidad es que tanto los que se fueron, como los que se quedaron tienen algo en común, y es que ambos son ciudadanos que se mantienen de pie. Desde los espacios en los que se encuentren continuarán intentando reconstruir un país que en algún momento recibió a tantos de otras nacionalidades y que ahora le ha tocado exportar a sus hijos, pero eso solo será hasta que vuelva la libertad y los venezolanos se reencuentren.