Para utilizar un argot boxístico podemos decir que el usurpador de Miraflores se encuentra “contra las cuerdas”, y es que la sesión de la Organización de Naciones Unidas (ONU), realizadas hace pocos días, demostró que Maduro es repudiado por todo aquel gobierno del mundo que tenga como base la democracia entre sus principios.
Fue una ráfaga de golpes que vinieron de todos los flancos; el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue el primero en iniciar la ofensiva internacional en contra del usurpador. El mandatario brasileño no tuvo pepitas en la lengua para decir que en Venezuela hacen vida unos “60 mil cubanos” que actúa a sus anchas realizando tareas de inteligencia y defensa para sostener en el poder a Maduro.
Luego, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, reafirmó su posición crítica en contra del régimen venezolano. Dijo que “el dictador Maduro es una marioneta de Cuba, protegido por guardaespaldas cubanos, mientras el régimen de la isla se aprovecha de la riqueza petrolera venezolana para mantenerse en el poder”. Acto seguido prohibió la entrada a EEUU de los funcionarios del régimen y sus familiares, así como también de los oficiales de la FAN y de las policias, igual sanción aprobó contra todos los integrantes de ese mamotreto llamado Asamblea Nacional Constituyente, a pesar de que algunos voceros de la oposición, les dieron una calurosa bienvenida al legítimo parlamento, a su reincorporación, después de más de dos años de ausencia y de haber perdido su investidura por aceptar otros cargos públicos, legítimos o no.
Las voces en contra del régimen instaurado en Venezuela no se detuvieron allí, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, declaró que “son muchas de las acciones del régimen madurista que son crímenes contra la paz que afectan la seguridad internacional y que tienen una responsabilidad directa, ya sea como usurpadores, criminales de lesa humanidad o narcodictadores”.
Estas posiciones internacionales, caen como golpetazos sobre un hígado ablandado. Maduro se siente cada vez más solo, más arrinconado, más aislado del resto del mundo. De allí que saliera corriendo a Rusia a tratar de mendingar algo de apoyo político en el Kremlin, así como en los tiempos de la Guerra Fría.
Y su cómplice mayor, Diosdado Cabello, tomó un avión para Corea del Norte, para intentar lo mismo; el desespero cunde en el Palacio de Miraflores, ellos saben que el mundo les dio la espalda y sólo le queda echarse a los brazos de los regímenes más totalitarios del mundo buscando protección.
Y no es para menos, el encargado de los Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, confirmó que ellos no quitarán las sanciones ni las van a flexibilizar, al contrario, vienen más medidas y mucho más severas. En otras palabras, ningún diálogo va a lograr que se levanten las sanciones impuestas por los EEUU, y es así que la administración Trump ha exhortado a Europa a seguir su ejemplo.
Hoy, todos los demócratas de Venezuela podemos sentirnos contentos y orgullosos, porque este escenario de arrinconamiento al régimen es posible, no por la acción de un sector de la clase política, que más bien busca llegar a acuerdos con el régimen, sino por la presión que hemos ejercido diariamente, todos los ciudadanos, todos los grupos democráticos del país, para avanzar en la consecución del objetivo del cese de la usurpación.
Frente a todo este escenario es vital que el gobierno interino de Venezuela, encabezado por Juan Guaidó, entienda la necesidad que se promueva una coalición internacional humanitaria que libere a los venezolanos del yugo que padecemos. Lo repito nuevamente solos no podemos.