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(Caracas. 20/09/2019) La revolución avanza, con tropiezos, pero firme en los objetivos de fondo, que no es más que alcanzar ese “hombre nuevo” con el que tanto soñó el comandante que ni es eterno y que está muerto, el traicionero, el mentiroso, el despreciado: Hugo Chávez. El mismo caudillo que llegó al poder disfrazado de demócrata, pero con un fusil en las manos, el mismo  que se propuso un objetivo puntual y definitivo: parir una sociedad sin sueños, la que hoy moldea Nicolás Maduro, el pisa sombra, el peligroso.

La degradación planificada, sistemática y sádica que vemos instaurada en  Venezuela ha espantado a millones, asesinado a miles, desesperanzando familias por doquier, y lo peor, están pariendo niños sin sueños, donde la palabra más ausente es la inocencia, y las que más les duele y los atormenta: el hambre, mi mamá se fue, mi papá ya no está.

Todos saben que enfrentamos un sistema perverso dispuesto a darlo todo por su permanencia, por su objetivo comunista, trayendo consigo consecuencias irreparables en los más pequeños de los hogares, condenando y bautizando la generación del hambre.

Para nadie es un secreto las condiciones de desnutrición con las que está creciendo el futuro de este ex país, y suena tormentoso, pero sí, hay daños irreversibles en lo físico, cognitivo, psíquico cuando desde la gestación se nace con desnutrición. Esos esos mismos venezolanos que saben que su única recreación es compartir horas eternas de ansiedad y “alegría”  por la llegada de las cajas del CLAP, esas que son entregadas en las calles a oscuras de su comunidad.

Son esos mismos niños que crecen en familias que se desdibujan por el éxodo masivo, son venezolanos condenados a la anomia, un estado en el cual las reglas se han degradado y eliminado del entorno social, es así como los ejecutores del plan de la patria garantizan de manera pública y notoria los delitos de lesa humanidad, los mismo que se enriquecen con la trata de blanca que denunció la señora Michelle Bachelet.

La visión es la estructuración de una sociedad sin capacidad de soñar, sin que pueda revelarse, naturalizando la violencia en su máxima expresión: la incertidumbre.

Pero para esto hay que volver “en polvo cósmico” al que se oponga a la revolución, así como lo exclamó el traicionero en cadena nacional, al menos que te degrades en la mínima expresión de tu ser, abandonado tu humanidad.

Como dijo la reveladora Hannah Arendt: “El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el Nazi o comunista convencido, sino las personas para quienes la distinción entre la realidad y ficción, y la distinción entre verdad y falsedad, no existe”.

Nuestra opción es desalojarlos y quitarles el poder. Es una guerra no convencional, la primera batalla: La espiritual ¡Hay que actuar ya, son horas oscuras!

@JustoNavarroJe