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Es común escuchar entre abogados decir la famosa frase “es preferible un mal arreglo que un buen juicio”. Esto tal vez es en lo que algunos “intelectuales” venezolanos se soportan para defender la capitulación Oslo-Barbados. Hablo de capitulación porque todo proceso que no nos lleve de manera inmediata a la conquista de la libertad, es una victoria más para el Estado narco terrorista. En este caso, el mal arreglo representa la pérdida temporal de la república.

Los casos similares de negociaciones con narco guerrillas en la región, como lo han sido Colombia, Nicaragua y el Salvador, han demostrado ser históricamente nefastos y negativos para el desarrollo de esos países. En nuestro escenario significa darles una tregua temporal a las fuerzas del mal causantes de la catástrofe venezolana dejando que estas se fortalezcan, con control absoluto de nuestras podridas instituciones, conexiones con grupos terroristas y capitales robados en todas partes del mundo. Estos procesos de “negociación” sólo han servido para que las fuerzas criminales se reagrupen y arremetan con mayor precisión a los ciudadanos de bien.

“Mirad, que sin fuerza no hay virtud, y sin virtud perece la República” cita la frase de Simón Bolívar.

Un arreglo que no contemple liberarnos de las fuerzas invasoras y el Narco Estado, que no abarque la aplicación de una justicia férrea para la expedita vuelta al Estado de derecho, sin un rompimiento histórico del Estado viciado y la refundación de las instituciones basadas en los valores familiares y ciudadanos,  no puede llamarse un acuerdo, por el contrario sería una condena al exilio eterno a los millones de exiliados forzados  producto de la catástrofe socialista y el entierro permanente en la miseria a los venezolanos que aún siguen en nuestra tierra acelerando aún más su éxodo.

Lo que hoy se pelea en Venezuela es un conflicto no convencional, donde las fuerzas de todo lo que representa los antivalores del mundo se han agrupado buscando el financiamiento que les brinda la explotación impune de nuestro país. Si queremos ganar esta batalla debemos entender que esta es entre el bien y el mal. Debemos continuar haciéndole ver a todos los gobiernos libres del mundo que el uso de la fuerza a través de una coalición militar humanitaria en Venezuela es un tema moral, necesario y urgente para la estabilidad y bienestar de la región. El continente y el mundo están dispuestos a ayudarnos, es nuestro deber pedírselos sin complejos y con la mayor de las uniones en una sola voz.

“Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga se cumplan todos tus planes” Salmos 20:4

@DimitryBelov