En esta oportunidad quiero dirigirme a ustedes, hermanos venezolanos, con la finalidad de que a través de este artículo de opinión, se haga un recuento desde las elecciones presidenciales del 7 de octubre del año 2012, que se tradujeron en cohabitación, colaboracionismo, negociadera y sentadera con el régimen criminal.
La consulta popular del 16 de julio de 2017 está más vigente que nunca, pero hoy está estropeada. Después de haber cohabitado muchas veces, ese año fue el tiempo en que la extinta Mesa de la Unidad Democrática (MUD) decidió ponerse los pantalones para realmente unirse, junto con la gente, e integrar una fuerza contraria a la fuerza de ocupación que oprime Venezuela. Ese día se constató la presión popular interna de los venezolanos y entendimos que nuestro país es víctima de una guerra no convencional, vinculada a las peores mafias del crimen mundial. La fuerza de ocupación de Venezuela consumó la conformación de un Estado criminal el 30 de julio del mismo año 2017, con la instalación de la espuria Asamblea Nacional Constituyente.
En ese entonces, quienes nos impulsaron a la consulta popular del 16 de julio fueron los mismos que traicionaron a los 7.186.170 venezolanos que nos rebelamos en contra del Estado criminal el 16 de julio.
Ahora bien, en honor al mayor acto de desobediencia ciudadana del 16 de julio del año 2017, en el presente año, Juan Guaidó, apegado a los artículos 233, 333 y 350 de nuestra Constitución, se juramentó como presidente encargado de Venezuela. Ya no quedaba duda de que Maduro no es presidente, puesto que fue “reelecto” en “comicios” absolutamente irregulares, convocados por la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, que los venezolanos decidimos desconocer aquel glorioso 16 de julio. Así, Guaidó presentó al país una ruta de tres frases: “cese de la usurpación, gobierno de Transición, elecciones libres”. A esta fecha, esa ruta -que engrana con la ruta del coraje- sufre un desvío. Mientras tanto, el régimen criminal nos sigue aplicando toda la fuerza necesaria para matarnos, perseguirnos y torturarnos a través de farsas electorales y falsos diálogos.
En fin, hoy estamos frente a la historia de nunca acabar; por no tener acciones coherentes, claras y firmes hacia la sociedad venezolana y la comunidad internacional. Acciones basadas en el exitoso reconocimiento del presidente Juan Guaidó por parte de la comunidad internacional. Esos -los mismos de siempre- han decido ser colaboracionistas y cohabitantes con las mafias criminales -vístanse del color que se vistan-, que oprimen a Venezuela.
El 7 de octubre del año 2012 se realizaron unas elecciones presidenciales en las que el candidato de la MUD, Henrique Capriles Radonski, hizo una campaña maratónica en la que en poco tiempo recorrió todo el país y congregó a verdaderas multitudes frente a las cada vez más desiertas concentraciones que lograba Hugo Chávez, menguado físicamente. Las expectativas a todo nivel estaban concentradas en la posibilidad cierta de que, al fin, se le ganaran las elecciones al régimen de Hugo Chávez; pero no fue así. Pocos meses duró en el poder Hugo Chávez, quien fue declarado muerto el 5 de marzo del año 2013. Asimismo, Nicolás Maduro asumió de forma irregular la presidencia (entre otras cosas porque es colombiano, de acuerdo con las leyes de Colombia) y, sin retirarse del cargo, se lanzó como candidato a las nuevas elecciones presidenciales del 14 de abril del año 2013. El candidato opositor, nuevamente Henrique Capriles Radonski. El CNE declaró como ganador a Nicolás Maduro; dejando sorprendido al mundo entero, pues todas las encuestas y los análisis más respetables y el fervor de la calle daban el triunfo a Henrique Capriles Radonski.
Así, el entonces líder opositor se radicalizó, al asegurar que desconocía los resultados de las elecciones, hasta tanto no se contaran todos los votos. En ese entonces, se mostró firme frente al fraude electoral y, guiado por ese líder, el país entero estaba preparado para salir a la calle a defender el voto; pero Henrique Capriles Radonski, repentinamente, abortó lo que podría haber sido la marcha decisiva, como buen colaboracionista. Pasaron los meses y esos votos nunca se contaron. ¿Adónde se fueron las promesas de Henrique Capriles Radonski y de su partido de luchar hasta el final para que se reconociera el fraude?
El espíritu honorable del 16 de julio del año 2017 sigue más vigente que nunca. Ese día nos conocimos como venezolanos, dispuestos a querer una Venezuela libre. Ese día dimos un mensaje claro a la clase política venezolana tradicional; quedando demostrado que, en medio de esta ruta de coraje, no estamos para cumplir el papel de súbditos, sino más bien entender que los políticos son nuestros empleados. En ese entonces, en medio de mucho dolor, causado por el régimen en complicidad con quienes entregan la lucha, expresamos el desconocimiento total de la dictadura y ordenamos a la Asamblea Nacional avanzar en la renovación de los poderes públicos y conformar un gobierno de Transición. Punto. Esa clase política tradicional venezolana y el presidente Juan Guaidó han faltado a ese mandato histórico con los siguientes acontecimientos del año 2019, sin contar los de los años anteriores: el tiempo que esperó para juramentarse este año; la frustración de la entrada de la ayuda humanitaria, que después fue negociada con el presidente de la Cruz Roja Venezolana, haciendo promesas a la comunidad internacional de que ese día habría un quiebre militar; la entrega de la Ley de Amnistía a militares, creyendo que van ponerse del lado de la Constitución; la conjura para instalar el 30 de abril y 1 de mayo un gobierno de cohabitación entre el régimen y un sector de la oposición, cuya bisagra entre estos dos bandos era Christopher Figuera, una cantidad enorme de bolichicos y boliburgueses, manejados por Raúl Gorrin y su banda; eventos como el Cucutazo, de los que aún no hay pruebas irrebatibles para descartar que altos personajes de Voluntad Popular se robaron millones de dólares; los militares que se pusieron del lado de la Constitución aquel 23 de febrero pasado, siendo traicionados por el propio Presidente Interino, hasta el sol de hoy; los diálogos que empezaron en Noruega -un país que no reconoce a Guaidó como presidente-, que ya van rumbo a Barbados y hoy no tenemos ninguna información sobre este tema.
Por consiguiente, estos fracasos de la clase política venezolana tradicional han contribuido al resurgimiento del Foro de São Paulo el pasado 25 de julio en Caracas. Esta es, precisamente, la relación existente entre el Foro de São Paulo y partidos adscritos a la Internacional Socialista. Desde estos hechos, entendemos por qué Juan Guaidó y la Asamblea Nacional no debaten el artículo 187 numeral 11 o la invocación del principio de Responsabilidad de Proteger a las Naciones Unidas. Ellos le están dando tiempo al Foro de la Muerte para que se reactive en Venezuela y utilicen nuestro territorio como punto de proyección para expandir sus actividades criminales comunistas y socialistas, teniendo como objetivo fundamental la no reelección de Donald Trump en Estados Unidos y rescatar a las 14 presidencias que han perdido en América Latina. Quieren dejar al régimen criminal atornillado en el poder; generando muerte, miseria, pobreza, hambre, diáspora, éxodo.
Simultáneamente, Juan Guaidó ha convocado a muchas asambleas con los ciudadanos. Unas pasaron después de una larga espera por la reincorporación de nuestro país al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar) y aún seguimos esperando la aprobación del artículo 187 numeral 11 para finalmente comenzar a construir una amenaza real, severa e inminente del uso de la fuerza contra el Estado criminal. Solo así dejaremos atrás el colaboracionismo y la cohabitación con las redes criminales para escuchar el cabildo de hoy en día en las redes sociales propuesto por los ciudadanos venezolanos.
La ruta del coraje ha tenido muchos obstáculos por parte de la falsa oposición. Ahora bien, ha sido reconocida y respaldada por políticos como María Corina Machado, cuya posición reivindico. Los venezolanos le exigimos coherencia a la dirigencia política venezolana y ella fue la única que acató la ruta del 16 de julio, creando la plataforma ciudadana Soy Venezuela y deslindándose del colaboracionismo de la MUD. María Corina es una mujer que no se doblega y que siempre se ha diferenciado de la cohabitación, para derrotar al régimen criminal de raíz. También, para honrar este día histórico, nació la fracción parlamentaria 16 de Julio, compuesta de honorables diputados, que luchan por la nueva Venezuela, libre de crimen, corrupción y socialismo. Solo gente decente como ellos han honrado la ruta del coraje. Esta fracción es sinónimo de que sí contamos en Venezuela con políticos de altura; le exigen al presidente Juan Guaidó, sobre la base de la confianza, acciones coherentes y claras en estos cuatro meses que quedan de 2019. Dios bendiga a la fracción parlamentaria del 16 de Julio, gente con herramientas valiosas en discursos acordes con las exigencias del país. ¡Que viva el 16 de Julio del año 2017!
Benjamín Cerrada
Vente Joven Guárico.