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(Caracas. 06/05/2019) Nuevamente se respira en el ambiente el aroma a estafa electoral; a falsas elecciones. Es la recurrente vía de utilizar supuestas elecciones como manera de pretender derrotar a un régimen criminal que no sólo no tiene palabra, sino que se ha burlado infinitamente de los venezolanos. Es la búsqueda del cambio cosmético, superficial e improbable, con tal de engañar al país. El régimen engaña con sus falsas intenciones, mientras quienes promueven la farsa electoral, engañan con sus falsas premisas.

Pensar en que son posibles unas elecciones con el régimen que usurpa hoy el poder en Venezuela, es alargar una agonía nacional que sólo conducirá a más desesperanza. No son posibles elecciones mientras el régimen esté en el poder, porque ese régimen nunca hará elecciones transparentes que pueda perder. Aquellos que le vendan la idea de que para lograr el cese de la usurpación se pueden convocar elecciones, no sólo le miente, sino que pretende cohabitar y ser parte de un sistema en el que nada cambia. No hay manera de que haya elecciones libres y transparentes sin que primero salga el régimen del poder.

Algunos dirán que con un cambio en el Consejo Nacional Electoral (CNE), con condiciones mínimas y con observación electoral internacional, es posible lograr una elección justa, pero ¿y lo demás? ¿y los órganos de seguridad? ¿y conatel? ¿y la ilegítima ANC? ¿y los recursos? Y así una serie de largos etcéteras que, de no producirse el cese de la usurpación y el gobierno de transición, el régimen seguiría controlando.

Así, quienes venden la idea de que son posibles unas elecciones para lograr el cese de la usurpación, es decir, que puede haber elecciones libres antes de una transición, cometen un grave error, pues el control lo sigue teniendo el régimen. Una elección libre es incompatible con el régimen, por eso nunca las permitirá en su seno. Primero se debe salir del régimen y luego se habla de elecciones.

Es primordial el desmontaje de las estructuras que soportan al régimen para que pueda haber una elección libre. El desmontaje pasa por el TSJ ilegal y su sala constitucional, las mafias y todo lo que el régimen controla. De no ocurrir eso, no sólo no habrá elecciones libres, sino que se corre el riesgo de convalidar, bajo una farsa electoral, a un régimen criminal bajo un criterio de impunidad consensuada. Ese guion ya lo vivimos el 30 de abril pasado, y vimos lo que las mafias podían hacer para quedarse en el poder. Fue un error confiar en ellas y creer que podían ser aliadas. Transición con mafias es una transacción criminal.

Sin el diagnóstico correcto, hasta una negociación, o una “elección” termina siendo una farsa. No se trata de una disputa entre unos demócratas y un dictador, sino entre un grupo de criminales y un país que mayoritariamente quiere derrotarlo, sabiendo que son criminales.

De esta manera, el cese de la usurpación que mantienen unos criminales sólo es posible con fuerza. Después de la fuerza y de la derrota de los criminales, viene la solución política. Incluso cualquier negociación para la salida del régimen, debe partir de la fuerza y la amenaza creíble.

Por todo esto, el orden de la fórmula es indispensable: primero se cesa la usurpación; luego, en el gobierno de transición, se depura el sistema; y así, finalmente, habrá elecciones libres. Nunca antes de eso.

Desconfíe del que vea en usted sólo a un voto o a un Homo Votus, porque lo está engañando bajo el fetiche electoral. Así funcionan las elecciones como estafa.

Twitter: @Urruchurtu