Si algo me ha enseñado la carrera de ciencias políticas es saber descifrar las dos variables más importantes dentro de la política latinoamericana y en especial de la política venezolana. Esas dos variables que representan las razones por la cual la política sigue evolucionando en esta región, y que significan ese «santo grial» buscado constantemente por la mayoría de los políticos; las cuales una vez obtenidas son cuidadas con todas sus fuerzas, y que solo son perdidas por acciones ineptas, corruptas ineficaces o ineficientes. Estas son: la legitimidad y la confianza.
Verán, lo más importante que debe tener un actor político (nombre) o una organización política (marca) para su ascenso al poder, es su legitimidad con la ciudadanía, es decir que la sociedad crea en sus capacidades para lograr un cambio, frente a un gobierno o un adversario que ya no está a la altura de las demandas sociales. Y por otro lado, es la confianza que la sociedad tenga hacia ellos, es decir que el nombre o la marca sean conocidos al menos por el 51% de la sociedad, y con un porcentaje de aceptación por encima del 35%.
Sin embargo existen escenarios que debemos aprender a identificar como ciudadanos para saber anticipar las acciones próximas tanto de un actor político, como de una organización política, y así conocer sus verdaderas intenciones ocultas dentro de este juego.
En este sentido tanto, la legitimidad como la confianza se puede categorizar en 4 escenarios:
* Aquellos nombres o marcas con legitimidad y con confianza.
* Aquellos nombres o marcas con legitimidad y sin confianza.
* Aquellos nombres o marcas sin legitimidad y con confianza.
* Aquellos nombres o marcas sin legitimidad y sin confianza.
En el primer escenario tenemos a unos actores políticos u organizaciones políticas sumamente vulnerables, pues él tener legitimidad y confianza a la vez, les obliga a concretar sus proyectos políticos rápidamente, obteniendo así la aspiración que están buscando. Pues una vez se obtiene ambos recursos el tiempo empieza a correr, es decir, si esos actores u organizaciones políticas son de oposición, deberán alcanzar sus objetivos en un transcurso máximo de 6 meses desde que obtienen ambas variables, ya sea ganando una elección popular, haciendo la presión suficiente para lograr un cambio en alguna política pública que ya no estaba a la altura de las demandas sociales, o posicionando de mayor forma a sus líderes nacionales, regionales y municipales con acciones contundentes solicitadas por su target. Y si esos actores son del gobierno, deberán tener al menos ejecutado los planes expuestos en su proyecto de gobernabilidad, desacuerdo a los plazos establecidos. Luego de 6 meses esos actores u organizaciones políticas deben autoevaluarse a través de los distintos mecanismos de sondeos de opinión ciudadana, para lograr así seguir fortaleciendo su confianza en un 60% y su legitimidad en un 40% (hablando de un 100% de accionar). Como verán es más importante la confianza que la legitimidad, y ya le explicaré la razón de esta tesis personal.
En el segundo escenario tenemos a unos actores políticos u organizaciones políticas con legitimidad y sin confianza. Aquí estimados lectores se presenta el escenario más complejo dentro de la política, pues por un lado la legitimidad obtenida se pierde mucho más rápido que la confianza, y por otro lado la confianza es más difícil de conseguir; es por ello que los actores políticos que se enfrentan ante este escenario son capaces de todo, y es ahí donde se toman las malas decisiones, que luego éstas hacen ver a la política ante la opinión ciudadana como una actividad sucia, corrupta, macoyera, improvisada y sin sentido del servicio público.
Por tal motivo, los actores que se encuentran en este escenario deben estar realizando una planificación constante de su accionar político, con objetivos a cortos, medianos y largo plazo; además de evaluar los pros y los contras de cada una de sus acciones, que logren así minimizar la mayor cantidad de los costos políticos. Para eso es elemental la construcción de un equipo basado en el funcionalismo, donde cada uno de sus miembros tenga una tarea específica a realizar, y que en conjunto logren posicionar cada día a el nombre o la marca de la forma correcta, obteniendo así la confianza ciudadana y manteniendo aparte su legitimidad.
En el tercer escenario tenemos a unos actores políticos u organizaciones políticas sin legitimidad y con confianza. Este es un escenario mucho más accesible para los actores que lo enfrentan, pues la legitimidad se obtiene mucho más rápido cuando existe confianza. Aquí la mayoría de los actores representan terceras vías o son outsider dentro de la política, muchos no poseen una carrera política per se, sino que se han dedicado a otros mundos como el empresarial, el religioso, el del espectáculo, etc, o son políticos independientes con trabajo social sobre todo en alguna comunidad en específica, siendo todos exitosos en sus áreas; pero que luego que el «gusanito de la aspiración» llega a sus cabezas, deciden asumir una postura política para un cargo nacional, regional o municipal. Es por eso que ya poseen una confianza de la ciudadanía, y solo les tocaría hacer el trabajo político para ganar la legitimidad; sin embargo aquí la mayoría peca por inocente o por culpable, y eligen tomar el «camino fácil», el cual es el camino populista. Es aquí donde debe existir una ciudadanía activa y organizada que haga ni frente ante esto, y frene rápidamente cualquier actor u organización política que quiera aplicar eso dentro de la sociedad.
Jesús Albornoz
Coord. Organización de Vente Zamora, estado Miranda.