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Han pasado más de 3 meses desde aquel épico episodio en el cual Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, asumió la responsabilidad de llevar las riendas del país como presidente encargado de la república, luego de invocar el artículo 233 de la Constitución Nacional, llenando el vacío de poder que se desprende del fraudulento proceso electoral que se llevó a cabo el 20 de mayo del año pasado.

Estamos en momentos en que la crisis económica, social, sanitaria, humanitaria y política parece avanzar a pasos agigantados, haciendo imperante la pronta superación de esta etapa como condición “sine qua non” para la sobrevivencia de los venezolanos, que vale destacar, hemos hecho todo lo cívicamente posible para que se produzca la salida de las mafias del poder y dar inicio al proceso de transición.

Hemos sido testigos de innumerables reuniones y comunicados del Grupo de Lima y la Unión Europea abogando por una salida negociada a  la crisis venezolana a través de la conformación de un grupo de contacto cuyos planteamientos ya se han quemado cual cartucho en años anteriores; pero también, antagónicamente, hemos visto la aplicación de un sinfín de sanciones de la comunidad internacional, lideradas por nuestro principal aliado internacional Estado Unidos, enfocadas a asfixiar económicamente a la narco-tiranía, aunado al acompañamiento del Secretario General de la O.E.A. Luis Almagro, en una lucha democrática venezolana, abriendo un abanico de posibilidades para la concreción del cese de la usurpación y neutralizar a quienes en el continente sostienen el sistema de mafias que domina en Venezuela. .

Dicho esto, resulta ineludible analizar todo el trasfondo que llevan consigo cada una de las cartas posicionadas sobre la mesa de juego, y de las cuales ha hecho mención el propio presidente encargado, así mismo la dirigencia política nacional e incluso analistas e influenciadores de la opinión pública  nacionales e internacionales.

Escenarios donde la clave es la aplicación de la fuerza.

Otras de las cartas que frontalmente ha sido levantada por el presidente Guaidó, hace mención del alzamiento militar en favor de la restitución del hilo constitucional. Sin embargo, se ha hecho evidente el fuerte control que tiene la tiranía sobre los rangos altos y medios de la Fuerza Armada Nacional. Durante años han desmantelado cualquier vestigio de institucionalidad, y han convertido a esta fuerza en el brazo ejecutor del PSUV.

Quienes dentro de ella han decidido enfrentar al sistema opresor han sido desaparecidos, secuestrados, capturados por las cúpulas de poder. En el mejor de los casos, salvaguardando la integridad de sus familiares y la propia, funcionarios han preferido huir del país, para tener las mínimas garantías para su seguridad, pues el miedo dentro de los cuarteles resulta un factor determinante.

Por otro lado, la carta que está apelando la mayoría de los venezolanos según el más reciente estudio de opinión realizado por la prestigiosa consultora Meganalisis, es la intervención militar extranjera, en una coalición internacional de paz. Propuesta que va de la mano con el artículo constitucional 187#11 y el R2P, por la violación sistemática de los DDHH. En tal sentido, y tomando en cuenta lo particular del caso venezolano, la rapidez de dicha propuesta se condiciona a la solicitud de dicha ayuda, pues para el manejo internacional el costo de intervenir se reduciría si la nación interesada fuera el que hiciera el requerimiento de intervención, y no el Estado interventor el que unilateralmente acciona.

El éxito implica un gran compromiso de cada uno de nosotros, empoderarnos de la voz que como ciudadanos tenemos, organizarnos, exigir, y por supuesto exaltar la importancia de la conjugación de la fuerza ciudadana, la fuerza institucional y la fuerza internacional para el cese real de la usurpación.

¡El cese de los vicios ha llegado!

Coordinador de organización Vente Los Salías

@AndresColina