Sin lugar a dudas, uno de los principales problemas enfrentados por Latinoamérica y obstáculo para encontrar el desarrollo, es el militarismo enquistado en el ADN de los habitantes de este lado del mundo. Desde la época colonial, siempre desde la Metrópoli se señalaba, que en estas tierras era necesaria una «mano dura». Eso trajo consigo que una vez conquistada la emancipación, quienes «heredaron» el derecho a gobernar por ser los héroes de la independencia y, quienes los asesoraban intelectualmente, comenzaran a justificar la teoría: «del gendarme necesario».
Pero, si damos una mirada objetiva a lo que significó y ha significado, el militarismo en Venezuela, veremos el daño terrible que se le generó a la nación. Esto va desde luchas de facciones internas que desencadenaron en la infeliz Guerra Federal, pasando por supuesto, por el desgraciado caudillismo.
Más de cien años de nuestra historia perdidos, pues, todo el siglo XIX y parte del siglo XX, se nos fue en manos de los militares que, poco o nada hicieron por fortalecer el Estado Republicano y sus Instituciones, dado que, la dedicación exclusiva era la de fortalecer su «liderazgo», cuestión que muchas veces terminó generando situaciones de nepotismo exacerbado como fue el caso de los Monagas.
Lo cierto del caso, es que en pleno siglo XXI año 2019, una vez más se recurre al militarismo, para «salvar y refundar» la República, cuestión que no solo preocupa sino que sería un craso error.
Cuantos fallos más se deben cometer recurriendo al militarismo como tabla de salvación. Acaso no es suficiente con observar cual fue la suerte del Dr. José M. Vargas por no aceptar el tutelaje de Páez, o el Golpe de Estado que recibió Don Rómulo Gallegos a manos de Delgado Chalbaud y Pérez Jiménez.
La Historia reciente, nos muestra cómo por falta de una cultura y conciencia ciudadana y política, en 1998, una vez más la sociedad decidió que el militarismo era el «camino de la redención». Aquello nos trajo directo a los tiempos catastróficos que atraviesa la nación. Acaso no ha sido suficiente lo ocurrido para entender que, un verdadero Estado republicano y democrático descansa en los hombros de los civiles y no en los militares.
Jeijal Pérez.
Coordinador de Formación de cuadros.
Vente Guatire