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A Luis Carlos Díaz

Desde la segunda semana de enero no tengo internet, mi vida se ha complicado. La red facilita todo, he vuelto a los 90’s.

Para colmo, hace dos semanas, mi oficina ha tornado además al siglo XIX, de pronto me quedé sin servicio telefónico.

No hay explicación, es una especie de mito de la caverna en la Valencia de 2019. Hay una realidad afuera y otra en mi oficina.

Mi contacto con el mundo y las redes se restringe a mi teléfono celular, y con él a los megas que pueda tener.

El año pasado cualquier saludo era seguido de: “¿me das la clave del WiFi?”. Hoy es precedido de, “¿tienes internet?”

Cada vez estamos más desconectados, fallas de la telefonía celular, ausencia de servicio telefónico fijo, e inexistencia de WiFi.

Luego del reciente experimento «Korea del Norte» estamos en una suerte de paranoia 2.0 pero a pie.

Estamos pendientes de tener siempre el celular cargado. Llevamos el power bank a todos lados, revisamos qué G tenemos porque generalmente estamos en E y ya no nos importa mucho si nos dejan en azul, ahora nos preocupa quedarnos sin señal.

Nos han forzado a creernos antena y estar constantemente buscando conexión.

De vuelta a los sms. Hemos vuelto a ser analógicos y agradecemos al menos tener celular.

Hace varios años, bastaba que con tus puntos de consumo de telefonía móvil cambiaras tu aparato por uno mejor. Hoy en día eso es imposible. Las compañías de telefonía celular no tienen celulares, es imposible para ellas ofrecerlos.

Un mes de renta celular es más barato que una Coca-Cola de 2 litros. Y una Coca-Cola de 2 litros es infinitamente más costosa que llenar el tanque de gasolina de 95, la que llaman ecológica.

Esto no es casual, el control total avanza, desconectarnos y romper nuestras redes nodales es un objetivo, nos hace vulnerables, pero solo si nos dejamos y no nos preparamos.

Los ciudadanos debemos rebelarnos, y nada mejor que buscar nuevas formas de conexión, construir conectividad y no dejarnos apabullar por un Estado, en un No-país que pretende hacernos sospechosos a todos.

DyA, Dios y Audacia. Venezuela pertenece a sus ciudadanos. El Estado está a nuestro servicio, al igual que la libertad y la libre competencia. Juntos nos sacarán de esta caverna que, a la manera del mito de Platón, está siendo construida para que veamos las sombras que ellos, los hombres grises, quieren que vislumbremos como realidad.

Se equivocan, nosotros sabemos cuál es nuestro destino, Venezuela libre, próspera y competitiva.

 

#NoHayVueltaAtrás

Henrry Henrìquez Machado

@casupo