(Caracas. 06/02/2019) Inicio esta columna en un momento histórico para Venezuela y en una fecha particular. Un 4 de febrero de 1992 iniciaba en nuestro país un modelo de destrucción social, inspirado esencialmente por la corriente marxista y el toque especial de Fidel Castro. Hoy, veinte años después de chavismo, tenemos la oportunidad no solo de cerrar este ciclo, sino dar pie a la consolidación de una sociedad libre.
Hace algunos días tuve la oportunidad de asistir a una premiación sobre valores democráticos, de la cual entre los galardonados se encontraba el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice) y María Corina Machado. La actual presidente de Cedice, la licenciada Tiziana Polesel, mencionó una premisa fundamental para entender este nuevo proceso que tenemos la oportunidad de consolidar: “Los venezolanos no están habituados a vivir en libertad, debemos enseñarles cómo es vivir en libertad y lo que ello implica.” Por su parte, en su alocución, María Corina Machado destacó que: “estamos frente al desafío histórico de superar el militarismo en Venezuela”. Ambas frases son esenciales para abrir esta columna y especialmente este primer artículo que les comparto.
El fundamento moral de las sociedades libres es el interés propio, el deseo de cada individuo a ser libre. Esto quiere decir que las sociedades libres no son colectivistas, sino individualistas. En ellas se trabaja en función del individuo, y el individuo en función de sí mismo dentro de un marco normativo (leyes y reglas) a cumplir por todos; es esta la única igualdad posible en las sociedades libres, no existe otra ni se puede pretender una diversa.
Comprender estas ideas luego de 20 años de marxismo que se traducen en estatismo, paternalismo, clientelismo y por supuesto colectivismo, no será tarea sencilla pero tampoco imposible. Estamos ante un momento histórico que representa una oportunidad clave para asentar las bases de una sociedad en la cual todos los venezolanos seamos iguales ante la ley y se nos respeten todas y cada una de nuestras libertades individuales, pues a la fin, la libertad es absoluta. O tienes libertad o no la tienes, no hay libertades a medias.
Ser libre implica ser responsable. La responsabilidad es inherente a la libertad y por ello es esencial entender lo que la licenciada Polesel comentaba. Las decisiones individuales siguen la lógica racional y moral del interés propio, lo que no significa libertinaje ni mucho menos egoísmo, como la izquierda global lo ha querido interpretar. El interés propio responsable y respetuosos ante la ley es el motor que cada individuo lleva consigo para tomar decisiones y ejecutar acciones que lo conduzcan a buscar su felicidad o maximizar su utilidad, tal como diríamos los economistas.
Tener nuestro propio interés en esta vida y ante la sociedad, permite que los individuos coexistan entre sí e inclusive creen redes de interdependencia que superen cualquier tipo de autarquía o supremacía. La búsqueda de la felicidad no es otra expresión más que la búsqueda de propiedad y libertad, que se traducen en interés propio. Es por ello que en las sociedades libres el individuo importa y no es parte de una masa, amoldable a medida de los líderes mesiánicos y tiranos.
Inclusive Marx lo mencionaba dentro de su escrito Sobre la cuestión judía: la “aplicación práctica de la libertad del hombre, se expresa a través del derecho a la propiedad y el derecho al interés propio”. En efecto, es el derecho a la propiedad la motivación que cada individuo tiene para aumentar su capacidad productiva y seguir aportando a su sociedad sin necesidad de ser altruista o esperar a que el Estado te indique qué hacer y cuánto colaborar. A la par, es el interés propio el que permite que un individuo incursione o no en el mundo militar, lo cual es favorable al desarrollo de la sociedad libre hasta el momento en que de tener ciudadanos militares se pasa a tener militarismo.
Acá suscribo las palabras de María Corina Machado, es imprescindible superar el militarismo para reconstruir una República civil en la cual los ciudadanos militares formen parte activa, pero entiendan el rol específico que asumieron ante la nación y la sociedad a la cual sirven. Este es quizás el primer gran paso que debemos dar si queremos construir este tipo de sociedades y librarnos finalmente de cualquier otra tiranía.
La sociedad libre no es cuestión de reformas o políticas públicas liberales bien aplicadas, va mucho más allá e implicará una serie de cambios dentro del estilo de vida que ha venido llevando el venezolano (incluso en tiempos previos al chavismo). Venezuela está en un momento favorable para incorporarse en el bloque de democracias liberales del mundo; pero también, un tiempo oportuno para corregir aquellas falencias que tenemos como ciudadanos y así dedicarnos a consolidar y saber vivir en una sociedad libre.
@FabioLValentini