Vidas que se pierden, vidas que peligran, vidas que huyen. Para cada una de esas historias, como para Venezuela, cada día cuenta. No se trata de saber mucho, sino de entender la situación por la que atraviesan nuestros conciudadanos. Basta con ir a cualquier pueblo o caserío, a cualquier ciudad, a cualquier rincón: hay miseria por doquier.
Nada hacemos con lamentarnos, como nada hacemos creyendo que sólo ayudando a esos venezolanos que pasan penuria -aunque es necesario y hay que hacerlo-, mientras el foco no se sitúe en la causa de este problema: el régimen.
No es que que gobiernan mal, es que son el gobierno del mal. Se propusieron desde el primer día destruir al país a cambio de permanecer en el poder, al costo que fuera necesario. Para ellos, resulta mejor que muchos se vayan o se mueran, pero ¿y para nosotros? Para nosotros, quienes luchamos por la libertad a diario, es imprescindible entender que cada día cuenta y actuar en consecuencia.
Dicho de otro modo, el régimen quiere que nos vayamos, pero nuestro deber es hacer que el régimen se vaya, apoyar todo lo que contribuya con el propósito de la libertad y atacar la causa de nuestros problemas, a la par de solucionar esos problemas, pero sin quedarnos sólo en problemas. Sonará a juego de palabras, pero se trata de una manera de ejercer el liderazgo y de entender el momento que vivimos y que, por ética y por urgencia, no puede esperar.
Desde ser solidarios hasta desafiar al régimen, son tareas que nos obligan a responder como sociedad y como individuos. No es un asunto de egos, sino de principios y valores y de hacer lo correcto.
La dirigencia que no entienda, debe hacerse a un lado, y aquellos que sí lo entiendan, deben seguir al frente, sin rendirse y con el foco puesto en lo que importa: la libertad.
Se trata de trascender un sistema tan malvado no dañino, basado en ideas fracasadas -salvo por su éxito en traer muerte- y en prácticas criminales.
Porque sí, para ti, para mí, para todos, cada día cuenta…
@Urruchurtu