Estamos consternados y aturdidos por la declaración del régimen de controlar el 100% de la comercialización de la carne, tomando para si los frigoríficos y salas de matanza de todo el país y obligando a los productores y criadores a depender de un salvoconducto para sacrificar sus animales.
Esta decisión es inconstitucional porque desconoce el artículo 299 de la Carta Magna, el cual consagra la libre competencia como sistema económico de la República, y atenta contra la propiedad y la libre empresa; esto hace al hombre libre, pordiosero y al Estado, o más bien, aquellos que gobiernan en nombre de este, en dueños y señores de todas las explotaciones ganaderas del país.
Serán ellos los que decidan cuánto, cuándo y la forma de pago en “soberanos”, en “petros”, en bonos…en fin, como a ellos mejor les convenga. Ese será el principio del fin de la ganadería venezolana. Es una confiscación pura y simple donde el propietario, ahora peón, empleado o administrador, trabajará para ellos.
Ese es ya un guion más que conocido: primero confiscan todo, luego humillan y vejan al que produce responsabilizándolo del hambre y la miseria del pueblo. “La carne es del pueblo”, gritan eufóricos y terminan persiguiendo al productor y a la familia para ponerle fin a su plan maligno de destrucción social. Ese es, y no otro, el propósito de los pranes que desafortunadamente gobiernan el país.
Ahora, ¿cómo confrontarlos? ¿Qué hacer? Es la pregunta importante. Aquí no hay un abanico de opciones donde uno pueda escoger. No parece haber salida fácil, así que habrá que ir pensando en una estrategia inteligente que desmonte el discurso populista arbitrario y criminal que ellos siempre han manejado, y creo que tenemos suficientes razones para hacerlo.
¿Por qué ese discurso de carne barata para el pueblo ya no tiene el peso que tenía antes? Porque lo mismo dijeron con el café, y ¿dónde encontramos café? ¿A qué precios? Después que confiscaron la industria, ¿dónde están los centrales?, lo mismo con la Panela, el Arroz y la harina.
En las cinco millones de hectáreas que confiscaron, han sido ellos los que han encarecido y quitado los alimentos al ciudadano. Estas verdades hay que decirlas y esta es la oportunidad. Necesitamos un vocero confiable y con peso en el exterior y en el interior del país, me refiero a la Asamblea Nacional. Allí encontraremos eco, esa será nuestra caja de resonancia para denunciar ante el mundo la confiscación nacional de toda la Ganadería venezolana.
Tengo fe de que allí encontraremos, a pesar de las dificultades, el apoyo que necesitamos de entrada para poder afinar el resto de las estrategias, que van desde la posibilidad de ir a la » Corte » para pedir la nulidad de la medida hasta el contacto con los partidos políticos, diputados, la iglesia, todas las asociaciones civiles y empresariales del país y programas de radio y TV.