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(Puerto La Cruz. 19/10/2018) Atrás quedaron los días en los que todos los desvaríos diplomáticos de Venezuela eran secundados por una ola de países que, por vínculos económicos o ideológicos, le hacían comparsa a los voceros nacionales en órganos como la Organización de Estados Americanos (OEA) o en la Organización de Naciones Unidas (ONU).

En aquellos tiempos los diplomáticos de Argentina, Bolivia, Brasil, Nicaragua, muchas de las islas del caribe, Chile y Ecuador, cerraban filas alrededor de Hugo Chávez, y el entonces canciller Nicolás Maduro se sentía ungido, tanto como el día que Chávez le dejó la batuta de la orquesta revolucionaria.

Pero, esos días acabaron. Ahora vemos exactamente lo contrario.

Leemos como el Gobierno de Ecuador expulsó  al embajador venezolano de Quito, vemos como los presidentes de Argentina, Brasil y Chile, hablan y denuncia lo que está ocurriendo en Venezuela y cómo esto afecta a la región.

Pasamos de la actitud genuflexa del presidente Santos de Colombia y la visión combativa de Iván Duque, nuevo jefe de Estado en la hermana república. Observamos como las voces que le hacen eco a Maduro se redujeron.

Solo Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega y el régimen cubano sigue secundando los disparates “antiimperialistas” que esgrimen los venezolanos en los espacios internacionales.

Y, esto sin contar los graves problemas que enfrenta el régimen nicaragüense que tampoco las tiene todas consigo, el bajo perfil que recientemente ha tomado el Gobierno de La Paz, y las timoratas posiciones públicas del actual Jefe de Gobierno en Cuba.

Aunque, para ser sinceros Maduro avanzó en dos puntos, sobre el mapa internacional.

El primero, el cambio de gobierno de España, de un Partido Popular a el Partido Socialista Obrero Español, esto ha significado una bocanada de aire fresco, a tal punto que el Presidente de Gobierno español ha planteado el mismo cuento del diálogo. Y el triunfo de López Obrador en México.

La soledad es lo que le está quedando al régimen. Este sistema ya no tiene amigos ni aliados, lo que le resta son acreedores como el caso de China.

Los chinos defienden al régimen, porque en verdad están defendiendo sus propios intereses económicos y la posibilidad de seguir exprimiendo los recursos naturales de nuestra nación.

También debemos sopesar que Maduro es apenas una ficha sacrificable en la geopolítica Rusa, por eso pareciera que la cancillería venezolana no coloca muchas esperanzas en el Kremlin.

En resumidas cuentas, aunque no lo quieran admitir, el cerco diplomático asfixia al régimen y lo coloca entre las cuerdas. Así de simple.

@wcaballerolopez