“El día después” es nuestra esperanza y hace latir nuestros corazones, llegó la hora de cambiar y solo lo haremos respetando la vida, la libertad individual con responsabilidad y la propiedad privada. La prioridad es atender las necesidades básicas: alimentación y salud, y lo vamos a resolver de inmediato. Se abrirán las puertas a la ayuda humanitaria, serán organizaciones no gubernamentales y otras, como la Iglesia, quienes atenderán de primera mano a los necesitados, se dará todo lo que sea necesario a productores nacionales, importadores y todo aquel que cree una empresa de alimentos, como de medicinas, para abastecernos. Toda empresa expropiada estará de vuelta con sus dueños originales.
“El día después” se crearán las bases del sistema de gobierno Republicano, del marco jurídico político y económico que regirá el destino de todos los venezolanos. En lo económico, no depende de un hombre, de un salvador, depende de cada uno los que vivimos en esta tierra de gracia. Es la acción humana de cada uno los que participamos en ella, que desarrolla o deja de hacer a partir de la acción, del trabajo y del comercio.
El marco jurídico en lo económico no es más que las reglas de juego para ofrecer incentivos al trabajo y al comercio para generar riqueza. Una industria genuina, pujante y sólida no la encontraremos dando protección con políticas de créditos blandos, protecciones arancelarias y subsidios, y mucho menos expropiándolas con decir que son del pueblo, “cuando todo es de todos, nada es de nadie”. El gobierno de transición se limitará a ofrecer el contexto adecuado para su desarrollo, para favorecer la libertad individual, la economía de mercado y la propiedad privada. Su rol principal será derogar todos los obstáculos y barreras como regulaciones y controles del Estado, con un equipo económico bien formado, convencido y transparente para identificar todas aquellas normas y leyes proteccionistas y de privilegios que beneficien a unos pocos a expensas de la gran mayoría.
De lo que aquí se trata es de cambiar un elefantiásico gasto público, de despilfarro y corrupción, por fuerzas productivas que generen mercados e intercambios sociales en beneficio de todos, en especial de los más pobres. Es dejar el dinero en manos de la gente para que estos sean aprovechados por cada quien en beneficio de ellos y su entorno, ya sea en nuevas creaciones, inversiones, originando más y mejores empleos productivos.
El régimen ha hipotecado el país y ha saqueado sus tesoros hasta el tuétano, hasta el 2016 se habían asignado por parte de instituciones del régimen dictatorial cerca de 900 mil millones de dólares, de los cuales 55 mil millones como mínimo podrían ser investigados y recuperados. Las investigaciones recientes por organismos internacionales indican que el robo es más de lo que una persona pueda imaginar, realizado por unos delincuentes a nombre de una nación que se empobreció. Con la recuperación y atesoramiento de esta gran cantidad de dinero, tendremos el mejor arranque económico jamás imaginado, a pesar de que mucho de lo robado ya lo habrán consumido o gastado. A pesar del dinero que recuperaremos, habrá que pedir préstamos a organismos bilaterales y multinacionales, no obstante, será lo meramente necesario para iniciar la recuperación con un mínimo de exigencias propias de la negociación, pero no una camisa de fuerza en la que no podamos flexibilizar nuestra acción económica en pro de la inclusión de los más necesitados en la sociedad.
Ese marco jurídico en lo económico contempla, además, la transición del estatismo al mercado como sistema de cooperación social entre los venezolanos y los no nacidos en este país; implica redimensionar la administración pública a sus funciones propias: el uso de la fuerza para poner orden y seguridad, la aplicación de una verdadera justicia y el desarrollo de toda una red de infraestructura necesaria y su mantenimiento, en su mayoría con entes privados en competencia tanto en precios como en la calidad del bien, como del servicio, entre ellas: vías de acceso y de penetración, puentes, generación, transmisión y distribución de energía, servicios públicos necesarios: abastecimiento de agua potable, alcantarillado de aguas servidas, drenaje de aguas pluviales, alumbrado público, instalaciones sanitarias, recolección de residuos, orden y limpieza, telefonía básica, telefonía celular, servicio postal, transporte público, internet, gas doméstico, entre otros.
Llegaremos hasta el último recóndito de esta tierra de gracia y mantendremos a toda una nación entrelazada, comunicada y con un alto desempeño y de calidad de vida. Incluiría, además, recorte de gastos y disciplina fiscal, derechos de propiedad sobre el suelo y el subsuelo, titularidad de las tierras urbanas, de las tierras rurales, zonas agrícolas y pecuarias, espectro radioeléctrico; recuperación exhaustiva de los activos mercantiles estatales, dividiéndolas en empresas especializadas para luego ser privatizadas con participación de cualquier venezolano que lo desee, y que estos posean al menos el 51% de las acciones, así mismo las empresas públicas, los medios estatales, loterías, entre otros.
Un sistema de cheques transitorios en educación, salud y previsión social con manejo directo desde las alcaldías. Evitar el monopolio y el oligopolio para que se dé la competencia y con ello, mejorar los precios y la calidad de los bienes y servicios. Una política monetaria abierta cuyo objeto sea la estabilidad del valor del dinero, es decir, contención de los precios y evitar la inflación, para ello son necesarias la eliminación de la impresión del papel moneda sin respaldo real, la eliminación del sistema fiduciario por un sistema de reserva cien por ciento y el BCV no tendría la responsabilidad de ser prestamista de última instancia. Apertura de las tasas de interés, de las tasas de cambio, de cuentas en cualquier divisa y su utilización para transacciones comerciales nacionales e internacionales, eliminación del IVA y otros tributos, el ISLR como único tributo a pagar por todos, además de los aranceles por importación y este no sería mayor de dos dígitos.
Todo esto, con la intención y la esperanza de alentar el ahorro y la inversión que la nación necesita para que de una vez por todas nos enrumbemos hacia un país próspero y de primer mundo.
Jesús Ortiz, coordinador de Promoción de Valores en Vente Bolívar.