“Si conseguimos que una sola generación crezca libre, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad: nadie les podrá robar ese tesoro”. Manuel Rivas. La lengua de las mariposas.
La Sra. María, trabajando en una fábrica y vendiendo Avon, logró graduar a cuatro hijos, uno de ellos de médico. Su nieto también estudió medicina y se fue del país. Hoy, María, jubilada, hace una cola para cobrar una pensión que no le alcanza para comprar los antihipertensivos.
La noticia de la semana es que somos el país más infeliz de América, más infelices que en Somalia. Y claro, lo dirigen infelices. Las denuncias de las muertes de niños por desnutrición nos van desgarrando la vida: cada día muere uno.
Sabemos del repunte y retorno de epidemias que hace más de 25 años no veíamos, enfermedades otrora controladas como la malaria alcanzan la escandalosa cifra del millón de casos en 2017, la mortalidad materna y la infantil van en estrepitoso ascenso, no hay vacunas para nuestros niños, mucho menos para los animales de consumo humano, que se van convirtiendo en agentes de enfermedad, amén de que ya no contamos ni con inspectores sanitarios en el área.
Nuestros hospitales tienen laboratorios que adolecen del 70% de los reactivos, servicios de radiología convertidos en museos del abandono, quirófanos con aguas negras y moscas, enfermeras a quienes se les ha dado la orden de utilizar una misma inyectadora durante 48 horas, morgues con cadáveres estallando por falta de refrigeración, infraestructuras desmoronándose como el país mismo, estudiantes, docentes y residentes de pre y postgrado en estampida, pacientes desesperados peregrinando en busca de medicamentos ante una escasez que ronda actualmente el 88% y pagando todos los insumos; otros simplemente no van a sus citas pues no tienen ni para pagar un pasaje. El régimen insiste en hacernos pesadilla la vida.
La noticia de la infelicidad se explica sola.
Es la crónica de una catástrofe sin eventos naturales, ni guerras declaradas. Se calcula que entre 18 y 22 mil médicos han emigrado, 30% de los bioanalistas se han ido, el éxodo de empleados y obreros de sindicatos de la salud es de 35% en Aragua y 375 han sido despedidos de manera injustificada por disentir. Más dramático: en lo que va de año, menos de un trimestre, 300 enfermeras de Caracas emigraron. ¡No más! Hay que pelearles la vida que nos quieren quitar.
Si Alemania, tras dos guerras mundiales, es hoy el país más estable de la UE; si Japón, con escasos recursos naturales, se levantó después de dos bombas atómicas, ¿qué nos impide soñar, hacer, “echarle pichón”? Somos el bravo pueblo, herederos no sólo de Bolívar y de Miranda, sino de grandes humanistas, civiles: Andrés Bello, Andrés Eloy Blanco, Cruz Diez, Mercedes Pulido de Briceño, Teresa Carreño, José María Vargas: el humano es el recurso natural más importante.
Hoy, todos los ciudadanos tenemos el deber de hacer acto de presencia para construir la Venezuela bonita, tenemos el proyecto para ese espacio que queremos y que nos incluye a todos, con servicios de primera, un país de ciudadanos comprando boletos de retorno, de equipajes ligeros y certezas, de progreso y justicia, producto de la lucha que hoy AQUÍ, JUNTOS retomamos.
Recordando a Chaplin en “El dictador”:
“Vosotros, el pueblo, tenéis el poder. ¡El poder de crear felicidad! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, ¡unámonos todos!”.
¡VENEZUELA UNIDA NO SE RINDE!
@coromotoromani