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En la actualidad estamos atravesando por una profunda crisis en el ámbito político, económico y moral, pero principalmente en el ámbito social, donde los valores y los principios escasean y la ciudadanía, la juventud y la familia son protagonistas fundamentales. Valor es aquello que hace buenas las cosas, por las que las apreciamos y son dignas de nuestra atención. Los valores y principios son el medio más importante e indispensable para el funcionamiento y desenvolvimiento de los individuos en una sociedad. De allí nos preguntamos, ¿hacen falta los valores y principios en nuestro día a día?, ¿estamos dispuestos a cambiar nuestras actitudes, comportamientos y ambiciones? El cambio del país debe comenzar por nosotros mismos como ciudadanos con un alto compromiso dentro de la sociedad.

Es justo allí donde todas ramificaciones políticas de un país, toda esa idiosincrasia por la cual los ciudadanos se identifican y toda esa cultura arraigada en décadas de historia, forman parte de esa notable dispersión en los valores que resulta tan evidente en los tiempos que corren. Por ello se plantea lo siguiente: ¿Qué tanto influyen los gobiernos y políticos de turno en la formación de dichos valores y el desempeño social del ciudadano común en Venezuela? Desde luego, la magnitud de una pregunta tan amplia le precede distintos períodos y se debe analizar bajo la óptica dos vertientes: por un lado se encuentra el tema de los incentivos y por el otro lado la cuestión moral.

En la primera vertiente, se podría afirmar que no es secreto que Venezuela ha cometido los mismos errores en distintas épocas, sobre todo desde los años 70’s hasta hoy en día.  La historia de la nación se ha sobrescrito prácticamente en líneas imaginarias que se dibujan y se vuelven a dibujar sobre el mismo lienzo regido en blanco y negro, en vez de explorar nuevas escalas de grises. Y es ahí donde recae la trágica paradoja del potencial: se es ese país pobre que tiene momentos de riqueza monetaria que no sabe administrar, se repite que esa mecánica autodestructiva va a cambiar, pero cuando llega otra vez la época de bonanza, cae la estampida de los mismos vicios políticos, sociales y económicos.

Desafortunadamente no sólo el gobernante es responsable de ello; también la ciudadanía que aplaude la verborrea de cada gobierno, recreando ese agonizante ciclo a gran escala que desde hace tiempo que encendió las luces rojas de agotamiento en términos de sustentabilidad. Entonces, si Venezuela puede ser próspera en cualquier cosa que se imagine porque tiene los recursos, porque tiene la posición geográfica adecuada y porque tiene el atractivo, ¿por qué falla en todos los ámbitos?

La respuesta sigue siendo la misma: por la aplicación de políticas sociales y los incentivos económicos. Justo allí es donde radica buena parte del encanto y repelús que idealiza a la política: engloba cada aspecto económico y social tratándolo como algo cotidiano, práctico, que nos afecta a todos como ciudadanos de una democracia. Sin solemnidad. Por ello es fácil concluir que si todos esos detalles intrínsecos que conforman el conglomerado de una nación se manejan bajo unos incentivos mediocres, sea de la índole que sea, el resultado como tal será un total desastre. Y más aún, si cada ciudadano individualmente no ejerce una presión crítica y no realiza ningún esfuerzo en identificar las fallas y tratar de mejorar no solo su comportamiento en pro al beneficio de todos, sino también en la elección de nuestros líderes.

Es ahí donde hace presencia la segunda vertiente referente a lo moral, en donde los valores y principios están enmarcados en la dignificación de los habitantes y son un medio para que la sociedad se relacione en un ambiente de unión, respeto, honestidad y reconocimiento entre todos, por encima de la situación que estamos atravesando como sociedad. En el país en él cual vivimos hace falta recuperar y mantener los valores morales, éticos, familiares y ciudadanos pero principalmente más que recuperarlos se debe tomar conciencia de lo correcto y lo incorrecto, de nuestras actitudes y comportamientos, es decir, adecuarnos y esforzarnos en no fallar a medio camino antes de llegar a la meta.

Se desconoce dónde están y qué forma tienen los valores, nadie puede comprarlos ni sabemos su precio, lo que sí se conoce es el alto costo que estamos pagando por haberlos dejado de un lado. Volver a los valores y principios comienza por ser generoso con los demás, independientemente si tenemos más o menos valores económicos, entregando la mejor actitud, escuchando a las personas que tienes a tu alrededor, entregando lo mejor de ti tanto personal como profesionalmente lo que nos convierte en ejemplo para los demás. Una persona que es generosa; genera, una persona que es ingeniosa; ingenia. Generemos con ingenio ese ámbito de valores que tanto echamos de menos.

@Johnfcamerov1