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Hace 16 años un grupo de amigos discutían en la playa de la Guaira por tener el mejor toldo, por la cava y otras banalidades mientras se quejaban del cielo encapotado. Ignoraban que en cuestión de horas sería absolutamente inservible todo aquello. Una catástrofe natural jamás vista arrasaría con todo, llevándose por delante a muchos y marcando nuestras vidas con cicatrices imborrables, dejándonos solo lo único útil en ese momento: nuestra capacidad de supervivencia…

Este es el mejor ejemplo para describir el presente que vivimos ante la próxima e  inminente catástrofe, causada por Nicolás Maduro por la severa crisis humanitaria y económica en puertas para los primeros meses del año entrante.

Hoy de forma seria y responsable tenemos que alertar a todos; para que guarden cuanto puedan y regalen tiempo de calidad en familia pero ahorrando el dinero de los pocos regalos, que sacrifiquen los estrenos navideños y se preparen; porque aunque estamos celebrando – justa y merecidamente – la navidad en medio de una victoria electoral, nos está prohibido desconocer el terrible giro que está a la vuelta de la esquina.

No me llame alarmista, la situación que estamos pasando es como si en un hogar venezolano donde se vive solamente de lo que produce un padre de familia pirateando en su carro, irresponsablemente el cabeza de familia esta navidad se tomó en caña todos los ahorros, empeño el carro y se lo tomo también y para peor remedio además de que el carro está fundido, no hay ni repuestos ni plata para repararlo y pidió prestado basado en lo que ganaría en enero y febrero; pero como es navidad, “¡venga vieja celebremos!”.

El actual régimen no solo representa un mal gobierno sino además un mal sistema que destruyó el aparato productivo, devaluó como ninguno las utilidades y minimizó la capacidad de compra de la moneda, promoviendo la más galopante corrupción jamás conocida. A consecuencia de ello el primer trimestre del 2016 se presenta según los análisis de los mejores expertos en economía como el de “la más terrible crisis de desabastecimiento que hayamos conocido en nuestra historia”.

Ante este panorama, los venezolanos nos decimos para obtener fortaleza: -¡Bueno pero ganamos! ¡Son 112!-, desconociendo que los 112 de hoy no hemos tomado juramento, no nos hemos instalado y lo que ganamos no fue la Presidencia de la Republica. Además, los 112 tendremos que legislar y construir soluciones ante un cretino Presidente, que en medio de su guayabo electoral se niega a reconocer la voz del pueblo y menos tomar las medidas de urgencia ante la catástrofe creada por él mismo.

Lejos de ello el pedante se llena la boca afirmando que ese pueblo está de su lado y amenaza con desconocer su voluntad expresada en las pasadas elecciones,  crea figuras paralelas a la Asamblea Nacional y entierra la cabeza como el avestruz ante su torta económica incendiaria, con la esperanza de culpar a la alternativa democrática de una guerra económica imaginaria.

Nicolás: tu mejor salida es renunciar. Si, tú y todo tu combo -Alcaldes, Gobernadores, Ministros y cuanto enchufado te siga- para convocar a elecciones generales y permitir a que el soberano constituyente – El Pueblo – elija a un líder responsable que deje de pelear por la cava y nos prepare para enfrentar la catástrofe que heredamos de tu proceso y tu gobierno.

En las calles del país, la gente sencilla ante un reto como este suele decir

¡Vente Pues…! ¿No y que tienes mayoría?

Pero sabemos que todo bicho malo es cobarde…

Entiende Nicolás que millones de ciudadanos valientes nos expresamos el 6 de Diciembre y estamos prestos a defender nuestra soberanía, nuestra capacidad de elegir y demandamos reconducir el destino nacional para reconciliarnos con la vida, la prosperidad y entre nosotros.

Twitter: @FrancoCasella