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Venezuela solicitó el ingreso al Mercosur desde el año 2005, pero la férrea oposición del Senado de Brasil y Paraguay retrasaron la aceptación como miembro pleno del grupo hasta que, en 2012, aprovechando la suspensión temporal de Paraguay luego de la destitución constitucional del presidente Lugo, la “triple alianza” amiga del gobierno para ese momento -la Uruguay de Pepe Mujica, el Brasil de Dilma y la Argentina de los Kirchner-, violando el Tratado de Asunción, aprovecharon para meter a Venezuela sin consenso, es decir, por la ventana.

Recordemos que la suspensión de Paraguay se realizó conforme al Protocolo de Ushuaia II de Mercosur y la promovió Venezuela a través del entonces canciller Nicolás Maduro al frente de la operación política, exigiendo además la aplicación de la Carta Democrática Interamericana de la OEA. La comisión de cancilleres, designada de conformidad con el artículo 20 del instrumento hemisférico, realizó un detallado informe que, presentado al Consejo Permanente de la OEA, fue sometido a votación. 26 países votaron en contra de la aplicación de la Carta y 8 a favor: Venezuela, Brasil, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Argentina y Haití.

Luego de las elecciones en Paraguay y juramentado el gobierno de Horacio Cartes,  lo procedente era levantarle la suspensión para que ese país ejerciera la Presidencia Pro-Tempore. La cuádruple alianza Brasil-Argentina-Uruguay-Venezuela se opuso, a pesar de que las razones que dieron lugar a la suspensión de Paraguay habían cesado y la presidencia se entregó a Venezuela.

Hoy la permanencia de Venezuela en el acuerdo y el ejercicio de la Presidencia Pro-Tempore es objeto de debate. Las razones son de orden  jurídico y geopolítico. Venezuela no ha cumplido con los compromisos que adoptó en el Protocolo de Adhesión y, siendo el Mercosur un organismo intergubernamental, en el que las decisiones se adoptan por consenso, en este momento no lo hay. El gobierno venezolano, lejos de fomentar relaciones de respeto, tolerancia y cooperación con los nuevos gobiernos de la región, que no les son afines en lo político, se ha empeñado en destruir la confianza, incumplir los acuerdos y, además, comportarse con la arrogancia que otrora le permitía un barril de petróleo a 110 dólares; insultando cancilleres, empleando el lenguaje de los años 60 y 70, usando “al imperio” para descalificar a quienes jurídica y políticamente aducen razones de peso para no traspasarle la Presidencia, amén de que Venezuela impide el avance para que el bloque comercial suscriba los tratados de libre comercio con la Unión Europea e Israel y afiance sus lazos con la Alianza del Pacífico.

En términos muy simples, Venezuela en el Mercosur es como ese vecino del edificio que tira la basura por la ventana, hace fiestas escandalosas hasta la madrugada, te tranca el carro en el estacionamiento, tiene un año sin pagar las cuotas y, además, quiere ser a juro y porque él solo lo decidió, el presidente de la junta de condominio. Tienes que tolerarlo porque es propietario e, incluso, saludarlo si te lo encuentras en el ascensor por cortesía, pero de ahí a que sea el Presidente, es demasiado.

María Teresa Belandria Expósito

Coordinadora Internacional de Vente Venezuela

Profesora de la UCV

@matebe