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Víspera electoral. Se escucha por doquier que debemos prepararnos para una “fiesta democrática”. A la par, en las últimas dos semanas, el régimen ha comenzado su juego (nada democrático, por cierto): inhabilitar a candidatos y líderes opositores. Esto obliga a una profunda reflexión y revisión de lo que, como oposición, estamos haciendo y debemos hacer.

A diferencia de medidas como éstas en el pasado, la Contraloría General de la República ha asumido la bandera de las “inhabilitaciones express”, basadas en sanciones de un año, tiempo suficiente para que figuras emblemáticas o no de la oposición, vean truncada sus aspiraciones a optar, en este caso, por un curul en la próxima Asamblea Nacional. Pero es peor aún: no sólo truncan las aspiraciones y el derecho que puede tener cualquiera a postularse a un cargo de elección popular, sino que también truncan el derecho que tienen los ciudadanos de elegir al representante o gobernante que deseen. Así, además, vinculan una sanción administrativa (en caso de que sus motivos fueran ciertos) con un derecho político, lo cual no tiene nada que ver y no debería impedir postulación alguna. Eso, queridos amigos, NO es democracia.

Así es como vemos los casos de Daniel Ceballos, quien ha sido más que relegitimado por la soberanía popular; Enzo Scarano, con amplio respaldo de los ciudadanos de San Diego; María Corina Machado, golpeada, expulsada a la fuerza, imputada, sin importarles que fue la diputada más votada de todo el país en el año 2010. Ese es el asunto… ¿Podemos hablar de fiesta electoral cuando esa soberanía popular vale nada para quienes nos gobiernan, salvo para legitimarse ante el mundo? ¿Cómo es que nos dicen que la solución es encontrarla reemplazo a los inhabilitados para seguir en la pelea y no pelear por el derecho que estos tienen? ¿Cómo le pedimos al país que luche cuando no luchamos ni defendemos a quienes el régimen ataca y preferimos ocuparnos de quién ocupará ese lugar, tal cual parcela de poder? ¿Qué clase de responsabilidad le vendemos a Venezuela?

El problema es mucho más profundo de lo que creemos. Por un lado, el régimen cree que el liderazgo, además de heredarse, se inhabilita. El liderazgo es un tema de reconocimiento, no de imposiciones. Por lo tanto, el liderazgo lo respalda la gente o no, no se inhabilita, no se sanciona, salvo por lo que la propia gente que lo reconoce decida. Pero, ciertamente, eso poco les importa cuando su afán es mantener el poder por el poder en sí mismo.

Ahí es donde me quiero detener: Venezuela está inhabilitada. Está inhabilitada desde el mismo día en que quienes hoy usurpan el poder han pretendido doblegar y controlar, al costo que sea, a la sociedad venezolana, llevándose a su paso la República, las instituciones y lo que algún día nos hizo país. Analicemos esto por un momento.

Desde que llegaron al poder tuvieron el propósito de saquear nuestras arcas y valerse de los ingresos por concepto de renta petrolera más grandes de toda nuestra historia. Junto a ello, acabaron con todo el aparato productivo y nos volvieron una sociedad absolutamente dependiente y sumisa; nos inhabilitaron como agentes generadores de riqueza por sí mismos, nos inhabilitaron frente a nuestro progreso y nos condenaron a la miseria.

Peor aún, han inhabilitado nuestras vidas, condenándonos a la inseguridad y a la muerte como políticas de Estado, haciendo de la bala un gobierno y llenando de dolor y tristeza la existencia de miles de familia víctimas de una criminalidad que nada le envidia a un país en guerra; verdadera guerra que es la que nos está consumiendo aunque hablan de zonas de paz. Han inhabilitado nuestra tranquilidad, han habilitado el miedo y el terror y nos han anulado como si fuéramos insignificantes, como si nuestras vidas no importaran.

Estamos inhabilitados en el mismo momento en que el populismo es la bandera de muchos, de lado y lado, para hablarnos de cambio cuando en realidad nos están condenando a la miseria del pasado y del presente. Somos inhabilitados cada vez que nos dicen que vayamos a votar sin que nada más importe, haciendo del voto, más que un acto de rebeldía, una mordaza y un acto que sólo legitima nuestra tragedia. Nos inhabilitan cuando cada vez que alzamos nuestra voz para denunciar lo que ocurre y oponernos, somos tildados de apátridas, de conspiradores y hasta de golpistas.

Somos inhabilitados cada vez que nos condenan a tomar un avión, dejando atrás toda nuestra historia, nuestras familias y nuestros recuerdos, porque no hay otra opción sino emigrar en búsqueda del futuro que nos arrebataron. Nos inhabilitan cada vez que en el mundo nos ven con pena por lo que hoy somos, cuando nos comparan con lo que algún día fuimos y con lo que dejamos de ser.

Nuestro país está inhabilitado desde hace mucho. Nos han hecho una suerte de esclavos que entre el miedo y la supervivencia, no tienen más opción sino luchar o dejarlo todo como está, en un acto de rendición que encuentra su mayor expresión en un Estado que tiene todos los poderes a su favor y una Ley Habilitante todopoderosa, y que los usa para inhabilitarnos como personas, para acabar con nosotros como seres pensantes y capaces, para volvernos sumisos y dependientes. Así como lo leía en varios comentarios hace unos días: Habilitar e inhabilitar son las dos dinámicas que evidencian lo que hoy somos como sociedad y como país: El poder que domina para mantenerse, y los dominados que, como pueden, intentan sobrevivir. Un Estado habilitado para inhabilitar todo lo que le dé la gana, no puede ser llamado democrático. Hasta en eso nos han inhabilitado: en llamar las cosas por su nombre.

Hoy son los liderazgos los que se ven afectados como reflejo de una sociedad inhabilitada desde hace mucho; de un país inhabilitado por un grupito caprichoso que se cree dueño de esta nación. No es casual que ataquen a referentes de luchas democráticas, de coherencia, de convicción en la libertad. Hoy han inhabilitado a quienes nos han dicho que es la hora de habilitar a Venezuela de cara al futuro, como un país libre, solidario, justo y libre.

Esto nos invita a reflexionar… ¿Seguiremos aceptando la inhabilitación que nos impone ese grupito o seremos nosotros, como ciudadanos habilitados y con derechos, los que inhabilitaremos al poder abusivo que hoy nos condena a la sumisión? Debemos hacerles entender el poder que tenemos como sociedad, el poder que tenemos para ser nosotros los que inhabilitemos sus atropellos y le demos a nuestro país la habilitación que tanto espera: la del futuro. Demostremos, de una vez y por todas, lo que somos como país; de lo contrario, sólo seguiremos siendo una Venezuela inhabilitada…

Twitter:@Urruchurtu