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Termina una semana en la que la noticia más importante fue la Cumbre de las Américas que se realizó en Panamá. Como era predecible, la atención estuvo centrada en el histórico encuentro entre el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y el de Cuba, Raúl Castro. La participación, por primera vez, de un enviado del Vaticano junto a los 35 principales líderes de los países de la región, le otorgó una relevancia especial a un encuentro cuyo mensaje principal fue el compromiso por lograr mayor desarrollo e igualdad de oportunidades mediante el trabajo y el diálogo sincero.

Todo muy diferente a lo que ocurre en Venezuela. Mientras en Panamá la región buscaba la manera de asegurar las libertades, fortalecer la economía y ampliar la participación de los ciudadanos, el sorpresivo recorte del cupo de divisas para viajeros fue la noticia que eclipsó cualquier otra en el país. La resolución, publicada el viernes en Gaceta Oficial, en la que se recorta a un máximo de 2000 dólares anuales el gasto que cada venezolano puede hacer –en 2003, ese monto era de 5000 dólares anuales más 3000 en compras por Internet- causó un profundo malestar especialmente en la clase media del país.

Este recorte afecta prácticamente a todos los destinos. Estados Unidos, por ejemplo, pasa de 2.500 a 700 dólares para todos los estados. El cupo electrónico se mantiene en 300 dólares, pero se fracciona en 100 por cuatrimestre y no son acumulables. Es decir, se podrá comprar algo cuyo máximo valor podrá ser 100 dólares tres veces al año, además, de ahora en adelante estas divisas se podrán tramitar  solamente en la banca pública.

Es fundamental comprender que el gobierno no recorta los cupos por motivos políticos o ideológicos. La razón es simple: no tienen dólares. Es el mismo motivo por el que desde hace ya meses sufrimos niveles inéditos de escasez y también por los que hoy Venezuela es el país con la inflación más alta del mundo.

Como el fracaso del modelo económico se nutre a sí mismo y se convierte en un interminable círculo vicioso, lo más probable es que el recorte en los cupos de viajeros haga subir el precio del dólar paralelo y con ello el de muchos productos que se consumen en el país. Además, no queda duda que cada vez serán más los venezolanos a los que se les hará imposible salir de Venezuela.

La realidad es que el recorte en el cupo de viajeros genera noticia, pero es solo un síntoma más de una enfermedad mucho más grave en la economía. El modelo, ya evidentemente fracasado, está colapsando a nuestro alrededor y sería un error quedarnos viendo los pedazos que caen cuando el techo está a punto de aplastarnos.

Hace un par de años no era fácil advertir lo que se venía, el “no vale, yo no creo” se imponía. Hoy la realidad nos alcanzó y la conciencia del mundo entero ha comenzado a despertar.

Por eso, no deja de sorprender que la indignación por la reducción en el cupo sea mayor a la que pudo haber causado el tema del Esequibo o la permanente violación a los derechos humanos. Si los que lamentan la reducción del cupo reclamaran con la misma vehemencia por el final de los controles y la libertad cambiaria, todo estaría mejor.

Ojalá muy pronto, todos los que aún no lo han hecho, comprendan que Venezuela vale mucho más que unos “realitos”.

Twitter: @MiguelVelarde