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La semana pasada se conmemoró el 23 de enero, una fecha que se distingue por celebrar el espíritu democrático y de lucha de los venezolanos. Ese día sirve para recordarnos que, independientemente de la coyuntura que nos rodee, la democracia en el país está más viva que nunca en cada uno de nosotros, en cada ciudadano libre.

Lo sabemos, y lo sentimos. Sin embargo, tampoco es extraño que algunos se encuentren desmoralizados. Que sientan que han perdido las fuerzas porque se ha perdido la esperanza. Es, quizás, hasta lógico que eso ocurra, porque eso es justamente lo que desde el sector oficialista buscan y tienen una estrategia muchas veces eficiente para lograrlo.

Hoy es más evidente que nunca que existen dos visiones dentro de la oposición. Un sector cree que las cosas van a solucionarse solas y que es mejor mantener el perfil bajo y cuidar sus parcelas de poder, para estar en un lugar cómodo cuando eso ocurra. Es por eso que ellos acceden a los llamados de “diálogo” y a cuanta oportunidad tienen para acercarse a un gobierno que los necesitaba para lograr la estabilidad política que hoy goza. Ese sector cuenta, además, con algunos “opinadores” que desde sus trincheras no solamente apoyan esa tesis, sino que también buscan descalificar a todo aquel que difiera de su visión. Atacan con más vehemencia a quienes opinan diferente que al régimen que enfrentan.

Pero también existe una oposición que cree que la situación del país no aguanta más como está. Que está convencida que el hampa tiene secuestrada a toda una sociedad que vive con miedo y que está cansada de sentirse así. Que piensa que la situación es tan crítica con niveles de escasez e inflación tan altos que es solo cuestión de tiempo para que la crisis económica se convierta en una crisis social con consecuencias impredecibles. Pero que, principalmente, sabe que es un derecho de los venezolanos y una responsabilidad de su liderazgo político arriesgar y arriesgarse.

No es momento de decidir con base en encuestas ni de hacer cálculos políticos mezquinos. Es momento de decir lo que se piensa y luchar por lo que se cree: de buscar la salida. Este sector tiene hoy como sus líderes a todos esos ciudadanos que están dispuestos a luchar, a políticos como María Corina Machado y Leopoldo López, a decenas de diputados, estudiantes, sindicalistas y artistas. A todo aquel que entre huir, sucumbir o insurgir, haya elegido esto último.

El último 23 de enero, mientras un sector de la oposición culpaba –una vez más- al ciudadano por no haber votado el 8 de diciembre, había otro que lo llamaba a no rendirse, a seguir luchando. A convertir esa indignación en organización y acción.

Ahí están, claramente, las dos visiones que conviven en la oposición. Es un buen momento para la reflexión. (www.guayoyoenletras.net)

 Miguel Velarde