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Quisiera empezar este escrito disculpándome por el carácter soez de su título, pero francamente es complicado mantener la compostura cuando se viene explicando lo mismo desde hace ya varios años, y a pesar de ello la clase política nacional sigue desarrollando estrategias fracasadas basadas en diagnósticos errados del problema venezolano.

En esta oportunidad haré uso de una analogía bastante sencilla de comprender, para que quienes me leen se lleven consigo una visión clarificada del problema y puedan replicar el mensaje con mayor facilidad entre sus allegados, empecemos.

Imagine usted que se encuentra en su hogar junto con su familia disfrutando de una tarde dominguera cuando de repente un grupo de malhechores irrumpe en su casa rompiendo las puertas, portando armas y forzando con estas a cada persona que se encuentre dentro de la residencia a abandonar la misma, es decir, una ocupación violenta de su propiedad.

Ahora bien, una vez despojado violentamente de su domicilio usted se dispone a recuperar lo que por derecho le corresponde, pero para ello decide hacer uso de la siguiente estrategia: agarra el título de propiedad de la casa impreso que comprueba que usted posee el derecho de propiedad sobre el inmueble y se dirige a la puerta del lugar nuevamente, toca el timbre y espera pacientemente a que el líder de los invasores abra la puerta. Una vez que éste haya salido, usted comienza la plática exhibiendo orgullosamente su papelito y le ofrece a su interlocutor una clase de bienes y derechos reales para que comprenda que él no puede permanecer en el recinto, todo esto bajo la esperanza de que el sujeto entre en razón y decida marcharse de su morada.

¿Cuál cree usted que será el resultado de la aplicación de la estrategia explicada previamente? ¿Cree que bajo esta metodología logrará desalojar a los maleantes? Sería milagroso que lograse su objetivo siguiendo estos lineamientos; el resultado más probable sería que usted pase a convertirse en un blanco apetecible para los antisociales y vea venir sobre su cuerpo una lluvia de balas mucho antes de que la conversación alcance a tomar algo de forma.

No hay que ser demasiado listos para saber que ante esta situación debemos acudir a los órganos de seguridad del Estado para que hagan uso de la fuerza pública y desalojen a los invasores, quienes evidentemente no van a ceder en sus pretensiones de hacerse con su residencia de una manera distinta.

¿En qué se asemeja el caso de la casa invadida con la realidad venezolana? La casa en esta analogía representa al país, a Venezuela, los maleantes representan a la camarilla gobernante, ya que esta se mantiene en el poder a través del uso indiscriminado de la fuerza física, es decir, son una fuerza militar que mantiene una ocupación sobre nuestro territorio, la familia despojada somos nosotros, todos los venezolanos que sufrimos día a día el despojo de nuestras libertades políticas y civiles, el hecho de ir a la casa y mostrar el título de propiedad bajo la esperanza de que ello sea suficiente para hacer valer un derecho representa a todos los mecanismos regulares propios de una democracia que deberían ser suficientes para alcanzar el poder político, como por ejemplo un proceso electoral, algún procedimiento llevado a cabo desde la Asamblea Nacional, un recurso ante el Tribunal Supremo de Justicia, etc, mecanismos que sencillamente no funcionan porque, al igual que en el ejemplo planteado, en Venezuela estamos lidiando con antisociales dispuestos a lo que sea con tal de no entregar el poder.

Es necesario entonces seguir una estrategia análoga a la de acudir a los órganos de seguridad del Estado para recuperar la libertad y la democracia, la cual no necesita si quiera ser diseñada (respondiendo a mis amigos detractores de mis ideas quienes seguramente desde que empezaron a leer el texto no aguantan las ganas de escribir en la caja de comentarios su pregunta célebre “¿y tú qué propones?”) puesto que el día 16 de julio del presente año la sociedad venezolana dictó un mandato para la Asamblea Nacional, en donde se le ordenó desconocer a la fraudulenta y liberticida Asamblea Nacional Constituyente, se le ordenó a las fuerzas armadas obedecer y defender a la Constitución vigente y por último se le ordenó al órgano legislativo nacional renovar los poderes públicos, designar un nuevo gobierno de unidad nacional y convocar a elecciones generales.

Para derrotar a la tiranía es necesario comprender su verdadera naturaleza, se debe saber que estamos lidiando con narcotraficantes que poseen nexos con el terrorismo islámico, y que además cuentan con el soporte ofrecido por el dictador comunista Raúl Castro. Si entendemos esto podremos por fin dedicarnos a lo realmente necesario e importante y no perderemos más el tiempo con diálogos estériles ni con elecciones fraudulentas en donde se vota pero no se elige quién ostentará el poder. Vayamos pues todos a organizarnos para recuperar esa casa que nos pertenece llamada Venezuela.

¡Libertad, propiedad y vida en abundancia!