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Nos encaminamos hacia el tercer mes de protestas ininterrumpidas que, con sus altibajos normales, no han cesado a lo largo de toda Venezuela. Como era previsible, tanto a nivel local como internacional, con el anuncio de diálogo entre el gobierno y un sector de la oposición, ciertas tensiones disminuyeron. Ese era, después de todo, el objetivo de quienes hoy están en el poder.

Es posible que en los próximos días veamos ciertas concesiones de parte del gobierno que buscarán crear una ilusión de éxito en el proceso, incluso en relación a algunos presos políticos y en materia económica. Sin embargo, en términos generales, nada indica que el gobierno esté dispuesto a rectificar de manera sincera. Nadie puede estar en contra de un diálogo honesto, pero es injustificable que quienes se dicen líderes opositores se presten a uno que no presenta condiciones básicas para que sea justo y equilibrado y, peor aún, que tampoco ofrece ninguna garantía para confiar en que cualquier acuerdo que se logre vaya a ser respetado.

Las encuestas más recientes presentan números realmente preocupantes para el oficialismo. Los niveles de descontento social crecen y las expectativas personales son cada vez peores. Este último dato es interesante, ya que por primera vez en muchos años, la mayoría de los venezolanos no solamente ve con preocupación el futuro del país, sino también el suyo. Si el diálogo no da resultados concretos a corto plazo, lo más probable es que las protestas se intensifiquen nuevamente.

Ante esta realidad, la oposición tiene la responsabilidad de replantearse muchas cosas. Es un hecho que existen visiones diferentes dentro de sus filas y es sano admitirlo. Solamente así se podrán llegar a acuerdos que permitan mantener la unidad entre la diversidad. Pero también es importante que se trabaje en lograr una coalición política cuyo único objetivo no sea solamente “estar unidos”, sino también desarrollar una estrategia que permita enfrentar con éxito las siguientes fases de esta lucha.

Este es un requisito fundamental para el éxito de su propuesta y también para la consolidación de esas alianzas internacionales que ya han empezado a tomar forma. Si bien la mayoría de los gobiernos nos han dado la espalda debido a intereses por todos conocidos, no podemos desconocer al apoyo de otros sectores políticos, medios, activistas y, sobre todo, los ciudadanos de esos países.

Todo parece indicar que la lucha recién comienza y que los días más difíciles están por venir. Quienes creen que los ciudadanos renunciarán a la protesta por pequeñas concesiones, no comprenden las verdaderas razones por las que la gente sigue en la calle: dignidad y libertad. Los valores democráticos están profundamente arraigados en todos los venezolanos, incluso en aquellos que solo conocieron lo que hoy vivimos. Es por eso que es más urgente que nunca una nueva y amplia coalición opositora, que incluya a todos los sectores políticos, estudiantes, trabajadores, empresa privada y sociedad civil.

Para lograr una nueva Venezuela, urge una nueva oposición. (GuayoyoEnLetras.com)

Miguel Velarde

Twitter: @MiguelVelarde