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Si algo ha caracterizado a la lucha democrática de los últimos años en Venezuela, ha sido la lentitud con la que cierta dirigencia opositora asume las realidades.

Por extrañas razones, algunos líderes políticos se rehúsan a aceptar verdades imposibles de obviar. Incluso la comunidad internacional ha sido más rápida en definir lo que ocurre en el país que muchos de los que aquí hacen vida.

El ejemplo más emblemático de esto es el fin de la democracia en Venezuela. Todavía hoy están frescos en la memoria algunos términos que por innovadores no dejan de ser ridículos, como la “democracia con grises” o el “déficit democrático”, con los que ciertos políticos trataron de camuflar una realidad inocultable: la tiranía.

Pero incluso hoy, después de tanta agua que ha corrido bajo el puente, siguen haciendo esfuerzos para postergar lo impostergable. Ante la abrumadora evidencia de la destrucción no solo de la democracia sino también de la república, la responsabilidad de todos es asumir el gran desafío que tenemos por delante.

Venezuela está agonizando. El mundo entero lo sabe. Las semanas que tenemos por delante son decisivas, no solo porque la crisis política en torno al referéndum revocatorio tendrá que encontrar un desenlace definitivo –aún incierto-, sino también porque la crisis socio económica es insostenible.

Tenemos que tener claro que asumir una realidad tan dura como ésta requiere más que una declaración o un slogan: nuestra posición debe estar siempre acompañada de acciones. La coherencia es imprescindible.

Por eso, la marcha convocada para este jueves podría ser un punto de inflexión importante para darle rumbo al cambio político; o no. Dependerá de cuál sea la intención de la dirigencia política opositora.

Si su objetivo es seguir en el juego del gobierno, en un permanente tira y afloja que lo único que logra es darle oxígeno a quienes están en el poder, será una marcha más que acabará en una tarima con personajes repetidos y discursos aburridos y con el referéndum revocatorio en 2017, o nunca.

Por el contrario, si una convocatoria que promete ser masiva, es una señal inequívoca de que la gran mayoría de los venezolanos decidió asumir su realidad y cambiarla, puede ser el primer paso de un proceso irreversible que permita un cambio político y constitucional en el país.

Esta semana promete ser el inicio de una nueva fase en la larga lucha opositora por recuperar la democracia. Esperemos que permita, finalmente, lograr el objetivo, y que no se convierta en otra gran decepción como las que ya nos tienen acostumbrados.

@MiguelVelarde