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Lo que vivimos no es normal. Esa es nuestra tragedia, porque nunca enfrentamos una situación como la actual.

Quizá el error más grande que cometimos como sociedad fue asumir que la libertad se heredaba. Que un país como Venezuela, que había sido en la segunda mitad del siglo pasado una luz democrática en la región en medio de tanta oscuridad dictatorial, iba a ser siempre el faro al final del viaje. Nos equivocamos, no nos dimos cuenta de que la libertad se gana cada día, y la perdimos.

La realidad nos despertó de golpe. Son 17 años de una “revolución” que ha saqueado y destruido al país en nombre de los pobres. Que se ha disfrazado de justicia e igualdad con un discurso populista y vacío. Un proceso que nos ha aislado, y le ha robado el futuro a una generación de jóvenes venezolanos que tiene que elegir entre vivir lejos de su tierra o morir en ella.

El 2016 tendremos la inflación más alta del mundo por cuarto año consecutivo. Sumada a ella, los niveles de escasez de un país en guerra e índices de violencia sin precedentes. Como si no fuera suficiente, se aplicará un fuerte racionamiento eléctrico de cuatro horas diarias por 40 días. Desde hace meses que sufrimos la falta de agua y por donde se mire hay destrucción. Y mucho miedo.

Mientras tanto, al gobierno parece no importarle. Están más preocupados de preservar el poder e inventar historias que excusen su ineficiencia. Es un gobierno sin lógica ni ética.

Nuestra dirigencia opositora también es parte de esta tragedia. No toda, pero la suficiente como para tener atajado ese creciente sentimiento de cambio que arropa a la mayoría de los venezolanos. Algunos, por cálculos políticos mezquinos. Otros, por simple enanismo político.

Muchas veces la primera víctima en momentos tan difíciles como éste, es la esperanza. La situación es tan crítica que incluso los más optimistas y hasta los cínicos de siempre, no pueden negar que lo que vivimos es una gran desgracia. Y lo que falta.

Por eso, hoy más que nunca debemos aceptar que hay que ser ciudadanos para poder ser libres. Ese es nuestro gran reto. Darnos cuenta que para salir de esta crisis necesitamos asumir nuestra responsabilidad y dar todo de nuestra parte, dejar de depender de un liderazgo político y entender que el futuro lo construiremos con nuestras manos y con mucho sacrificio.

Porque Venezuela vale la pena y hoy nos necesita más que nunca.

@MiguelVelarde