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Hablar de inseguridad se ha vuelto insuficiente ante lo que vivimos en nuestro país, pues taltérmino no alcanza a describir todas las consecuencias que sufrimos todos los venezolanos ante el régimen de miedo y dolor que se ha vuelto la cotidianidad de los que vivimos en esta tierra. Cada vida terminada antes de tiempo es una perdida incalculable para nuestra sociedad, pues en vez de un legado construido tras años de vida y esfuerzo lo que nos queda de aquellos que nos son arrebatados son las preguntas, las dudas de un futuro que pudo ser, pero no fue.

Más allá de un debate de políticas públicas de seguridad, que sabemos desde insuficientes en el mejor de los casos hasta sospechosas en otros, lo que debe preocuparnos como sociedad es la diferenciación notoria entre unos pocos cuyos derechos a la justicia son realmente efectivos, y una inmensa mayoría para quienes la muerte de un ser querido es solo el principio de un calvario de sufrimiento y exclusión ante una justicia que no existe para ellos.

Una sociedad donde la impunidad se constituya en institución no podrá responder nunca ante quienes pretendan quebrarla, o incluso destruirla, pues esta no contará nunca con ningún poder real de coerción contra esos que no se someten a los principios básicos de convivencia. Pero en el caso de nuestra sociedad hay un elemento aún más profundo de parálisis, pues ni siquiera tenemos claros los principios fundamentales de convivencia que queremos defender.

Elementos básicos como una definición clara de lo que es la propiedad, el trabajo o una moralidad compartida por una mayoría social no existen en nuestro país, pues han sido sistemáticamente eliminadas o alteradas para ser sustituidas por los nuevos conceptos de la sociedad socialista construida alrededor del hombre nuevo. Ante la indefinición de ambos arquetipos, la destrucción de todos los conceptos sociales básicos ha dejado un caos e indefinición que nos impide siquiera definir que defendemos o no como sociedad.

Ante esto resulta irónico que se pida no “politizar” el colapso de la seguridad ciudadana en Venezuela, más por cuanto al ser un tema que interesa al público se vuelve político por definición. Nuestro deber como ciudadanos debe ser rescatar los conceptos fundamentales que le dan forma a una sociedad estable y moderna, con una imagen definida de sí misma que pueda defender ante quienes pretenden subvertir el orden construido entre todos los venezolanos.

Lograr una meta tan ambiciosa como esa necesariamente pasa por lograr que nuestro estado no sea la principal causa del problema, sino uno de los pilares de la reconstrucción nacional. Tenemos que enfrentar no solo el evidente e, incluso, intencional fracaso de cualquier política pública contra la inseguridad, sino la institucionalización de la violencia, entendida esta como la violación constante de los derechos de todos los ciudadanos.

Pero más importante aún, tenemos que frenar la destrucción de los valores que como sociedad nos hemos dado, como la propiedad o el trabajo como forma de superación, por parte de aquellos que ven al estado como una herramienta de control social y político bajo la figura de la hegemonía política. Para lograrlo tenemos no solo que reaccionar, sino defender y asumir esos valores fundamentales para cualquier sociedad moderna y liberal, construyendo nuestra visión de país a partir de estos y demostrando que la solución al colapso de nuestra sociedad a manos del hampa pasa por vernos al espejo y definir quiénes somos, y que queremos para la Venezuela del futuro.

Twitter: @Daniel_Jose