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Jueves 18 de junio. Días antes, un grupo de Senadores de Brasil confirma su visita a Venezuela como parte de una misión oficial del Senado de ese país, aprobada meses antes. Su objetivo: Constatar situación de derechos humanos en nuestro país, hacer énfasis en las elecciones parlamentarias y acompañar, humanitariamente, al pueblo venezolano. La visita sería de horas.

Aécio Neves, Aloysio Nunes, Ricardo Ferraço, Sergio Petecão, Ronaldo Caiado, José Agripino, Cassio Cunha y José Medeiros, conformarían la lista definitiva y oficial de los ocho senadores que asumieron el compromiso de visitar Venezuela. Desde el más reciente candidato presidencial opositor a Dilma Rousseff, hasta un senador miembro de un partido aliado al gobierno de la actual presidenta, hacían de esta comitiva una variada representación política del vecino país.

Son las once y media de la mañana. Se espera que en minutos aterrice en la Rampa 4 del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, que sirve a Caracas, el avión oficial de la Fuerza Aérea de Brasil, el cual en días antes no había recibido autorización por parte del gobierno venezolano para aterrizar pero que, finalmente tras la presión desde Brasil, obtuvo el permiso. Horas antes, cientos de periodistas nacionales e internacionales (en su mayoría brasileños) estaban volcados en el Aeropuerto para cubrir la visita. A la par de la llegada de los periodistas, en la misma rampa, la cual es utilizada para llegadas importantes y es utilizada para los viajes presidenciales, llegaba al país procedente de Colombia, tras su captura, Yonny Bolívar, presunto asesino de la joven intérprete de señas Adriana Urquiola, ultimada el año pasado estando embarazada, en medio de las protestas.

La Rampa 4 tenía todo un despliegue que incluía al Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) y un sinfín de funcionarios, rodeados de medios, nacionales en su mayoría, que estaban allí para cubrir esa noticia y no la de los senadores. Del otro lado, la prensa que esperaba a los brasileños veía atónita lo que ocurría, a la espera del avión proveniente de Brasilia. De pronto, al mismo tiempo, a la izquierda se ve que llega un avión militar tipo Hércules, con el cual todos daban por sentado que la misión había arribado. Falsa alarma: se trataba de un avión venezolano que traía a ciudadanos cubanos, los cuales aterrizan en esa rampa especial y no en la parte comercial del aeropuerto, por razones que no conocemos. La espera continuaba en medio del surrealismo.

Entre lluvia y Sol, los periodistas iban de un lado a otro, con el irrespeto que caracteriza a quienes nos gobiernan cuando se trata de socializar con las personas de los medios. De pronto, los movilizan al terminal auxiliar, al lado de la Rampa 4. Desde temprano, se encontraba Mitzy de Ledezma y su equipo, esperando la llegada de los parlamentarios. A los minutos, se suman la diputada María Corina Machado, Lilian Tintori, Patricia de Ceballos y Antonieta Mendoza de López. Ellas cinco serían las encargadas de dar la bienvenida a los senadores, junto al diputado Richard Blanco.

Finalmente, cerca de las doce y un poco más del mediodía, se avista el avión procedente de Brasil. Un avión pequeño perteneciente a la Fuerza Aérea de Brasil, pilotado por un Coronel de la misma. Mientras comienza todo el proceso de inmigración, se informa que el avión tuvo que dar dos vueltas en el aire antes de recibir la autorización para aterrizar. La llegada de Bolívar retrasó todo, incluso la agenda prevista. De nuevo la prensa se movía. Algunos funcionarios oficiales afirmaban que saldrían directo a la autopista rumbo a Caracas, otros que saldrían por otra puerta. En fin, pasó una hora (quizá un poco más), mientras los periodistas y los opositores iban de lado a lado, en lo que parecía una operación de confusión para perder de vista a los senadores. Ese mismo período de tiempo pasó y los parlamentarios continuaban en el avión, mientras la Embajada de Brasil en Venezuela afinaba los detalles logísticos, sin hacer demasiado esfuerzo.

Finalmente, bajan de la aeronave. Entre la incertidumbre, se disponen a abordar un vehículo tipo van, de la Embajada brasileña en Caracas, en el cual se desplazarían. Afuera, esperaba otra van para la prensa y para fines logísticos, más una caravana de vehículos que serían escoltados por el Servicio Diplomático de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). En medio de la confusión, hacen que todos los que estaban esperando en la terminal lo hagan afuera, a la intemperie. Posteriormente, tras caminar y no saber si en efecto se tendría algún tipo de declaración de los senadores, se ve a los lejos la van que los transportaba, la cual se dirigía a la parte exterior de la terminal aérea. Los medios salen corriendo, los senadores se bajan del vehículo y, entre la euforia de los periodistas y las ansias de los parlamentarios, es Aécio Neves quien da sus primeras impresiones. Afirma que es una misión humanitaria y que tienen como propósito visitar a los presos políticos, entre otros encuentros. Su objetivo era democrático, en medio de la evidencia del desorden y el irrespeto que, sin importar que se tratara de una visita oficial, reinó durante la estadía.

Minutos después se da el abrazo múltiple y fraternal entre los opositores venezolanos presentes y los senadores, todos rodeados de medios, quienes habían soportado mucho y a la vez nada para lo que venía. Proceden a abordar nuevamente el vehículo que los condujo hasta allí. En él iban todos los políticos con el objetivo de intercambiar comentarios, conversar y viajar juntos a Caracas, donde les esperaba una agenda que incluía la visita a Leopoldo López a la cárcel de Ramo Verde, a Antonio Ledezma a su residencia, una gran reunión con familiares y víctimas de la represión y la violación a los DD.HH., y con la dirigencia de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Comienza la odisea. Empiezan a llegar los reportes: la autopista Caracas – La Guaira (Vargas) desde temprano estaba colapsada por una gandola volteada. Además, comenzaron a hacer una jornada de mantenimiento de la vía que incluía el lavado de los dos túneles (Boquerón I y II) que forman parte de la misma, lo cual trancó el paso por completo; la carretera Panamericana (Miranda) que lleva a la cárcel de Ramo Verde, estaba sumida en protestas de toda índole a varias altura, incluyendo una contra el gobernador de ese estado. El paso a Caracas estaba cerrado y los senadores se enteran del panorama, sospechando que se trataba de una operación para impedir su viaje. Mientras tanto, miles de ciudadanos fueron víctimas de esta acción por más de seis horas, varados sin opción.

Deciden comenzar el viaje. La van con los senadores, escoltada por la PNB, intenta llegar a Caracas. A la altura de un reconocido hotel son acechados por grupos violentos quienes les gritan que se larguen. Piedras, palos y cualquier tipo de objeto son lanzados a la camioneta, mientras se intenta avanzar. Lo consideran inaceptable y dicen que con más razón debe continuarse con la visita.

Al intentar llegar a la salida de la autopista, hacia Caracas, la tranca es descomunal. La misma PNB impide el paso, en lugar de abrirlo, como debería corresponder cuando se trata de una visita importante a la que hay que facilitarle el tránsito. Había dos opciones: retornar al aeropuerto o tomar la carretera vieja de la zona. La policía que los escoltaba se sentía indefensa y no preparada para llevarlos por esa vía peligrosa (siendo ellos la autoridad). Así trancaron el paso durante casi una hora, mientras María Corina Machado y los senadores intentaban mediar con las autoridades, todos estacionados en una curva. En la van que llevaba a los medios se podía escuchar entre los periodistas brasileños frases como “esto es una dictadura”, “Maduro es un dictador”. Comenzaron a reportar los incidentes mientras afirmaban que el gobierno venezolano les puso una trampa para no cumplir la visita. La primera vuelta se consumó.

Luego de esperar, los senadores deciden retornar al aeropuerto. Toda la caravana regresa y busca dónde estacionarse. No había lugar en la terminal auxiliar. Al fondo, se ve una de las más grandes terminales. Machado y otros se acercan. Se encuentran que es una terminal amplia, con comodidades  y decorado a lo largo y ancho con imágenes del Che Guevara y Hugo Chávez. Pertenece a Cubana de Aviación. Tras la sorpresa, informan a quienes estaban allí que un grupo de senadores de Brasil esperaba afuera, que necesitaban un baño y un sitio donde conectarse con tranquilidad. Los funcionarios dicen que deben pedir autorización. Deciden salir y esperar, tras informar a los parlamentarios. Cuando toda la comitiva se moviliza al lugar e intentan entrar de nuevo, les habían cerrado la puerta sin ninguna explicación, pero con el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) filmando adentro.

Allí, sin baño, sin bebidas, a plena luz del Sol y con el característico calor de la costa venezolana, los senadores estaban presenciando lo que nunca imaginaron: la más grande humillación a la que un gobierno puede someter a sus ciudadanos día a día, encarnada en ellos. Allí pasaron al menos dos horas, entre entrevistas, decisiones y consideraciones de seguridad. La puerta de la van se abría y se cerraba, estaban negociando. Ya se sabía que habría una conferencia de prensa antes de partir, sólo faltaba decidir si la partida era inmediata o había que seguir esperando. Se impuso lo segundo, mientras los brasileños se comunicaban con el Senado de su país, que estaba en sesión, y con la Cancillería. De la primera obtuvieron apoyo y hasta la suspensión de las sesiones en solidaridad. De la segunda, silencio. Lo único que se sabía es que la Presidenta de Brasil había llamado a su Canciller para exigir respuestas. La esperaba continuaba.

A lo largo de la espera, un pequeño quiosco improvisado, aprovechando la gran cantidad de gente, con bebidas y chucherías servía de proveedor de alimentos hasta que todo se vendió. Al rato, un señor en una bicicleta llegó con pastelitos y arepas, además de papelón con limón, en un espacio en el que un desierto parecía ser lo más cercano. Le compraron todo. Entre sed y hambre transcurría la visita que no había logrado salir de Maiquetía. El calor aumentaba, los senadores intentaban refrescarse y evaluar qué hacer. La informalidad se sobrepuso a la formalidad de la misión. Al final, la decisión fue tomada.

“Vamos de nuevo a Ramo Verde”, se escuchó. Mientras esto se decide, a las afueras de la cárcel en Los Teques había un grupo de medios y activistas de la causa opositora. Además, las víctimas esperaban en Caracas para reunirse con los senadores. Ellos insistían en cumplir la agenda; su compromiso era genuino.

La información de entonces era que la vía estaba parcialmente abierta. Todos consideraban que la vía podía ir abriéndose pues Venezuela jugaba en la Copa América contra Perú y eso alivianaba el tráfico. Con un aire de optimismo, la caravana salía nuevamente a las cuatro de la tarde. La autorización otorgada por el gobierno venezolano hacía que el avión tuviera que partir a las ocho de la noche. Eso no importaba.

La caravana se encuentra con el mismo panorama del primer intento: la redoma dejaba ver la tranca hacia Caracas. La sensatez reinó en el momento: no tenía sentido continuar. Ya los senadores habían visto lo suficiente sin haber visto nada. Ya habían entendido algo que no necesitaba explicación: el gobierno había impedido a su visita, ellos estaban viviendo la prueba real de una dictadura y Brasil debía saberlo cuanto antes. El retorno estaba listo.

Miles de fotos habían retratado el día que no salió del estado Vargas. Miles de testimonios, de videos, de preguntas. Indignación, humillación pero tranquilidad eran la nota de ese jueves. Los periodistas no se movieron, estuvieron allí en todo momento. Sabían que esto implicaba algo más que una simple negativa de entrada al país. Era la noticia del día.

De regreso a Maiquetía todo era muy claro. Entre una cosa y otra, se alistaron los senadores para partir, no sin antes declarar a los medios de comunicación. Aécio Neves, así como dio un mensaje de bienvenida, se preparaba para despedirse: “Vinimos en una misión humanitaria y nos encontramos con una dictadura”. Esa frase resumió el sentimiento de los parlamentarios que, pese a todo, se iban con la frente en alto y con una gran conmoción que Brasil estaba ansiosa por conocer. Ya los medios brasileños habían hecho de este episodio un escándalo, el mismo escándalo que vivimos todos los días los venezolanos. Sólo faltaba que la política se encargara de hacer su trabajo: el gobierno venezolano cometió un grave error y Brasil no lo dejaría pasar.

Así, casi a los empujones, obligaron a los senadores a caminar hacia el pasillo de migración. Con sus pasaportes, debieron salir apurados hacia el avión de la Fuerza Aérea de Brasil que estaba allí, en el mismo lugar donde los dejó, con la espera de tener éxito en su visita. Así abandonaron Maiquetía, sin salir de ella. Conocieron Venezuela sin necesidad de recorrerla, sin necesidad de conocerla. Esta Venezuela quedó en ellos sólo con la misión de que otra Venezuela los reciba pronto. Ese fue su testimonio final, entre los abrazos de quienes al mediodía les habían dado la más efusiva bienvenida. Eran casi las seis de la tarde de un día que nunca comenzó para ellos, con víctimas esperándoles y ellos con la promesa de volver. María Corina Machado, en su nombre, llamó a las víctimas. Entre el pesar y el entendimiento quedó claro que el único culpable había sido el gobierno. El mismo que había violado sus derechos humanos sin que la justicia aún toque sus puertas. Ellos saben que volverán a una Venezuela libre y próspera. Eso anhelan y eso verán.

Por su parte, los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) nunca se acercaron a Maiquetía, aun cuando algunos estaban en Caracas esperando la reunión con los senadores. Ni una llamada de los representantes de la coalición opositora tuvo lugar, al menos no de manera notoria. Cinco mujeres aguerridas tomaron la batuta de una visita que estaba demostrando la naturaleza de nuestro régimen y la fuerza de su lucha. Ellas, entre la visión política, el testimonio de la cárcel y la crudeza de la represión, dijeron todo sin tener que decir mucho.

El gobierno venezolano no tiene ni idea de lo que significa este error. Hoy Brasil es el centro de atención. MERCOSUR será el centro del debate y el gobierno de Dilma Rousseff, cada vez más distante, deberá tomar en cuenta qué hacer, en un país en el que aunque ella gobierna, necesita de los que vinieron a visitarnos para poder gobernar. Ellos saben que esto no es democracia y que deben tomarse acciones. Ellos saben que este trato indigno debe traer consecuencias. Hasta quienes son aliados de Rousseff entendieron la magnitud de esta tragedia y manifestaron su respeto a los opositores venezolanos. No hay dudas de lo que ocurrió: Maduro no quiso que ellos subieran; Maduro es un dictador.

Es así como durante ese jueves histórico, los senadores de Brasil se convirtieron en venezolanos por medio día y, como venezolanos, entendieron lo que todos los días padecemos. Así fue como bailaron samba en dictadura.

Twitter: @Urruchurtu