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Más allá de un dato económico negativo, es un pésimo síntoma político

Es indisimulable: el Bolívar Fuerte está más débil que nunca y nuestro dinero vale cada día menos. El salario del venezolano se esfuma en la compra de algunos productos básicos y la capacidad de ahorrar o invertir es prácticamente inexistente. Lo más dramático del desmoronamiento del poder adquisitivo de los ciudadanos no es su bajo nivel actual, sino que no deja de caer.

Es por eso que una de las noticias más importantes de la semana pasada fue el nuevo desplome del bolívar frente al dólar. Según el portal Dólar Today, el miércoles el dólar superó la barrera de los 300 bolívares y el viernes cerró en 317,12. A finales de febrero, el dólar “paralelo” había roto la barrera de los 200 bolívares; y fue casi seis meses antes, en septiembre de 2014, que había superado los 100. Esto indica un claro aceleramiento en la pérdida de valor de nuestra moneda y todo apunta a que se mantendrá a un ritmo preocupante. Lo que pueda pasar de aquí a fin de año es impredecible.

El tipo de cambio no ha frenado su subida, a pesar de que el gobierno ha flexibilizado en parte los controles sobre éste. Hace tres meses anunció la creación del Sistema Marginal de Divisas (Simadi) que, bajo la supervisión del Banco Central, debería cotizar el dólar en un mercado de oferta y demanda. El Simadi comenzó cotizando a 170 bolívares –un monto muy similar a lo que en ese momento cotizaba el “paralelo”-, sin embargo, con el paso de los días y principalmente afectado por la insuficiente oferta de divisas, el precio del mismo también fue subiendo hasta cerrar el viernes en 197,89 bolívares.

Esto tiene un impacto directo en la inflación. En un país en el que la gran mayoría de los productos que consumimos son importados y en el que cada vez más productos se están adquiriendo a un dólar caro, es inevitable que las subidas en la cotización del dólar “paralelo” empujen fuertemente los precios hacia arriba.

Venezuela cerró el 2014 con una inflación de 68,5%, la más alta del mundo. Todo indica que, aunque aún no se han presentado cifras oficiales en lo que va del año, hacia finales del mismo habremos llegado a los tres dígitos. Eso, sumado a los niveles de escasez de un país en guerra y bajos salarios, hacen que sobrevivir para el venezolano se parezca cada vez más a un milagro.

Esto va más allá de un dato económico negativo, también es un pésimo síntoma político. Uno de los elementos claves en materia de economía es la confianza. Lo que hoy ocurre en el país demuestra que se ha perdido ésta en el gobierno y en las medidas que se toman y es por eso, entre otros motivos, que las escasas sensatas que se toman son tan poco efectivas.

Mientras tanto, los venezolanos pasan sus días en colas para comprar lo poco que se encuentra al alcance de los míseros recursos que tienen. Las caras que en ellas se ven son de desesperanza e impotencia.

Se sienten, tanto económicamente como espiritualmente, quebrados.

Twitter: @MiguelVelarde