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En política, tanto como en otros ámbitos donde opera la razón práctica, la acción humana viene precedida por una decisión o elección voluntaria, la cual, a su vez, halla fundamento en algún tipo de razonamiento. La tríada Razón-Decisión-Acción, entonces, forma parte inescindible del análisis político. Así, por ejemplo, quien escribe no puede concebir que el gobierno –cualquier gobierno- desconozca la propiedad privada y la libertad económica como derechos esenciales de la dignidad humana, y se embarque en una política de control de cambio, controles de precios, estatizaciones y regulaciones arbitrarias. Siendo ello así, decidí oponerme –como en efecto lo hago- al régimen que impera en Venezuela desde el 2 de febrero de 1999, el cual, desde que se instaló en el poder, no ha hecho más que imponer un modelo colectivista negador de los referidos derechos.

Asimismo, en política, la coherencia –como correspondencia entre razón, decisión y acción- genera confianza, entre actores políticos y, en general, con los miembros de la sociedad civil. Si me opongo a los controles no sólo lo hago porque este régimen los ponga en práctica, sino que: (i) si otro régimen distinto decide imponer políticas similares, de igual forma me opondré; y (ii) si llego al poder, no puedo implementar -ni justificar- la existencia de controles que hagan nugatorios los derechos a la propiedad privada y a la libertad económica.

Las anteriores consideraciones las hago ya que, por muchas razones (históricas, económicas, culturales), los venezolanos hemos convivido con una política hecha sobre la base de contradicciones y paradojas. Exempli gratia: “empresarios” que no se oponen a controles que los oprimen, “líderes” que no se destacan ni a nadie mueven, “juristas” avaladores de entuertos arbitrarios, o “estudiantes” que no estudian. E, igualmente, a los venezolanos se nos ha pretendido imponer una visión de la política puramente pragmática, o de la acción por la acción, sin razones, sin decisiones abiertas y, sobre todo, sin responsabilidad.

No olvidemos las cosas obvias (Borges decía que las cosas obvias, no por obvias dejaban de ser ciertas). A la política hay que darle contenido; hay que darle razonamiento. La política es razón práctica. La política es pensamiento en acción.

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