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Pocas veces reparamos, banalizada toda circunstancia por algo más que el régimen, en las respuestas que va arrojando ante sus propias dificultades. Pocas veces nos percatamos, ensimismados en una oposición que, ahora, naturalmente, tiene las suyas, porque se trata de un régimen, en la posibilidad  de aguijonear esas respuestas.

El 14 de septiembre del presente año, preocupados por un plazo que se agota, llamamos modestamente la atención sobre el Esequibo, y, al día siguiente, en cadena nacional, Maduro Moros no sólo refirió el asunto, sino que reveló la presencia en Caracas de D. H. Nylander, el representante del Secretario General de la ONU para dilucidar el asunto entre Guyana y Venezuela. Obviamente, reaccionamos al respecto.

Siendo tan ajenos a los hechos que protagonizó, dimos una temprana y humilde campanada de alerta ante un caso de desaparición forzosa, como el que padeció el capitán Juan Carlos Caguaripano . En nuestra intervención en la Asamblea Nacional, a propósito del drama que sufre el colega parlamentario Gilber Caro, hicimos mención del caso Caguaripano, quizá siendo la primera vez que se cita en una sesión plenaria, y,  quizá simultánea o más tarde, permitieron que sus familiares más cercanos lo viesen personalmente en La Tumba.

Un par de casualidades que, lejos de especular – trivialmente – sobre nuestra intervención, avisa de una dinámica inalterable de las realidades que no logra atajar la dictadura, por más que diga hacerlo. Por los momentos, entendemos que hay problemas fundamentales que, inescapables, siguen su curso, siendo necesario pulsarlos día tras día; al igual que, por muy maltrecha que se encuentre, existe una opinión pública a  la que mínimamente todo gobernó ha de responder, incluso, para aliviar las inquietudes que existen en su seno.

Tarea más de los historiadores que de los analistas políticos del mero instante, habrá ocasión de registrar todas las reacciones de los voceros más calificados de este gobierno, el mismo en todo el siglo XXI,  a objeto de descubrir ciertas regularidades o constantes. Aludimos a aquellas que, imprevistas, están fuera de las matrices de opinión y que, aún planteadas, no suelen modificarla sustancialmente en beneficio de materias más y menos relevantes.

@LuisBarraganJ