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Uno no deja de sorprenderse en nuestro querido país, Venezuela. Sí, sólo Venezuela a secas, para no seguir enlodando y ensuciando cada día el nombre de nuestro libertador. Se jactan de proceder en nombre y siguiendo el ejemplo de Bolívar, paladín de la libertad y la justicia, más la realidad que vive el país es de desesperanza, ansiedad, temor, inseguridad, rabia, hambre, desnutrición y mortandad infantil, miseria y más miseria, aun cuando se proclaman como el gobierno de los pobres. Sí, es verdad. En eso tienen razón. Cada día hay más pobres, seres humanos, compañeros venezolanos que viven en la miseria, en la pobreza extrema, que se acuestan -con suerte- con un solo golpe alimenticio en el estómago, sacrificando y repartiendo migajas entre el resto del grupo familiar sometido al mismo régimen alimenticio.

Seres humanos, compañeros venezolanos, pueblo que en algún momento creyó en ese sueño chavista que prometió villas y castillos a los pobres con la implementación de un sistema que nos colocaría a todos en condición de igualdad social, el otrora famoso socialismo del siglo XXI, actualmente rechazado y despreciado por más de un 70% de la población e históricamente sin vigencia. Sí han logrado su objetivo: mantener y hacer a los pobres más pobres y desaparecer a la llamada clase baja y media, en lugar de esmerarse y aplicar políticas económicas y sociales encaminadas a que los más pobres y esa clase media que empuja al país suban su nivel de vida. No, la idea es hundirlos cada vez más, solo así se podrán mantener en el poder, teniendo a la gente de rodillas, obligándola a hacer interminables colas en supermercados, farmacias, abastos, panaderías y bodegas, haciéndolas dependientes de un súper poderoso Estado que quiere participar y controlar todo pero que al final nada produce o si lo hace, es en forma deficiente y a pérdida, contando sólo con el salvavidas desinflado que es el ingreso petrolero, que a pesar de estar los precios en baja, sigue siendo el mejor negocio del mundo, ya que mal administrado algo les genera.

Ver  al presidente, vicepresidente, gobernadores, alcaldes, ministros, militares y altos funcionarios explicando y defendiendo el programa de entrega de bolsas de comida a través de los CLAP, evidencia que en cuanto a producción agropecuaria y economía en general están totalmente perdidos, desencajados, vencidos y sin contar con polvos mágicos que puedan emplear para salir de esta crisis. Esas bolsas son la muestra más clara del desprecio que sienten por su pueblo, obligándolo a anotarse, censarse, comer lo que el régimen quiere, hacer cola a toda hora o esperar en casa la llegada de la bolsa, la cual escasamente alcanza para unos días en un grupo familiar. Esa bolsa es lo más despreciable, humillante y denigrante para un ser humano, más ellos la ofrecen como la panacea, cuando no es más que la muestra del rotundo fracaso de las políticas económicas que han llevado a la quiebra a miles de empresas y que ha alejado y desmotivado a inversionistas y productores.

Por la terquedad y miopía política, defender lo indefendible y mantener lo insostenible es que el país se encuentra sumido en esta grave crisis. El pueblo habló el 6D y clama por el revocatorio o renuncia del Presidente. Ese clamor es una olla de presión que debe drenarse por vía pacífica y democrática mediante el ejercicio de nuestros derechos constitucionales. No hacerlo, es seguir de espalda al pueblo y exponer al pueblo a situaciones y eventos que nadie desea. Pareciera que es lo que quieren: tumbar la mesa y suspender cualquier tipo de consulta popular. Ojalá y esté equivocado. Amanecerá y veremos.

 

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