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Sucre, estado de pasado heroico, tierra de hijos inmortales como Antonio José de Sucre; poetas como Andrés Eloy Blanco; artistas como María Rodríguez; músicos como el maestro Chiguao e Isidro y sus tigres; educadores como Zenaida Varela; deportistas como los amados hermanos Gómez y el idolatrado Francisco (morochito) Rodríguez… todos, gente noble y servicial.

Tierra cuyo esplendor y riqueza es obra de nuestro Dios bendito, como sus minas de asfalto, playas, ríos, lagunas, flora y fauna, aire, sol y su más honrosa obra…los sucrenses.

En este estado, los gobernadores de ayer (políticos populistas) regalaban, en época de elecciones, láminas de zinc, sacos de cemento, bloques, botellas de ron, etc., y los de hoy (revolucionarios enconados de odio contra los que no comprenden sus exquisitos modo de vida de burgueses, candidatos eternos a figurar en la revista Forbes), ofrecen esperanzas eternas y -entre bocanadas de tabacos Cohiba- se sienten encumbrados y no tocados por su pueblo.

Estos últimos, son parte de los políticos que jamás serán recordados por sus obras, pues la única que se les conoce es el haberse apropiado del presupuesto asignado al estado, y de los impuestos cobrados a las envejecidas y arruinadas empresas de enlatados. Y para «honrar» estos actos delincuenciales, los escultores, pintores y poetas no conocen efigies, estatuas, cuadros ni poesías que representen la magnitud del despojo de los dineros a las familias sucrenses.

Los gobernadores ayer impuestos, y los hoy elegidos en oscuros y cuestionados procesos electorales -a los que se les asignó en su momento, conducir los destinos del estado y de sus ciudadanos- tienen el deshonroso récord mundial en tiempo y costo, de no haber construído la autopista que uniría a Cumaná con Puerto la Cruz. Autopista que jamás culminó ni en 40 años de gobierno populista, ni en 20 años de revolución, y para cuya ejecución el presupuesto asignado fue cancelado y reconducido muchísimas veces.

Hoy los sucrenses se preguntan, cómo es posible que los gobernadores que lograron manejar tan inmensa fortuna, jamás hayan sido investigados y menos aún, condenados por tal latrocinio. O es la intención que los futuros gobernantes sigan su ejemplo, previo pago de las cuotas, o como dice el populacho, págame mi «derecho a vista».

Hoy, la otrora ciudad de ensueños, es lo más parecida a una aldea de la edad media. Sus pobladores deambulan, famélicos, por calles anegadas de aguas cloacales, sin gas, gasolina, agua para su consumo, transporte, ni fuentes de trabajo, es decir, condenados al ostracismo por un régimen inclemente y opresor que se ha dado el tupé de condenar a pescadores, marineros y sus familias a sufrir de hambruna selectiva, al negarles la venta de gasolina para cumplir con sus faenas de pesca. Y, en caso de que la obtengan no se les permite hacerse a la mar si no logran un salvoconducto «otorgado» por ciertos miembros de los cuerpos de seguridad al servicio del regente.

Y todo esto ante la vista indiferente de quienes han pasado por esa gobernación, como si no tuvieran responsabilidad alguna en la hecatombe. Ellos prefieren invertir su tiempo en «tareas más sacrificadas» como las de ofrecer a los posibles votantes (ya no considerados pobladores y menos aún ciudadanos), un supuesto gran cambio de rumbo para el estado.

Para ello los están convocando a participar en un show electoral, con la premisa de que sus amigos candidatos a diputados, serán elegidos y así, junto a ellos, abocarse a lograr el cambio de rumbo prometido. Y recordándoles que, los que no participen en el show electoral, dejarán de recibir (apartheid electoral), los beneficios revolucionarios. Teniendo en cuenta el estado de deterioro en que se encuentra Sucre y sus pobladores, que están al borde del precipicio, este nuevo engaño sólo garantiza un empuje hacia adelante.

El 30 de mayo de 1498, el marino genovés llegó a Macuro y, ante el milagroso sabor dulce de sus aguas, llamó a este territorio «Tierra de Gracia». Hoy, 522 años después, sus ciudadanos han sentido la necesidad de alejarse, de la forma vergonzosa y degradante a la que han sido sometidos, por herrumbosos piratas y corsarios de la política sucrense, estos últimos 60 años.

Estos «politiqueros de oficio», deben ser expulsados del Olimpo en que viven, pues desde allí han venido estafando el mayor valor de los sucrenses, del cual estos se han sentido orgullosos toda la vida…la nobleza y su compromiso con la libertad.

Hoy el Estado Sucre está en tiempo perfecto para que de él broten los botones del liberalismo en flor, y así los dignos hijos del Gran Mariscal de Ayacucho sean cubiertos con el petricor de dignidad y honorabilidad que de éste se desprende.

 

@AlfredoMago7

Comisionado Nacional Laboral