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(Los Teques. 11/06/2020) A los diputados de la Asamblea Nacional les llegó el fin u otro inicio fundamental. La última jugada de los tiranos los coloca, de nuevo, en una encrucijada. Pero pueden zafarse con suma elegancia, con singular propiedad gananciosa para todos los venezolanos.

Les hago llegar por este medio dos propuestas complementarias. Esto en atención absoluta al estado de deterioro, de postración, que cunde ahora para nosotros; en atención a la desesperanza sembrada con sumo arraigo ante lo que nos ocurre. En la idea de que ya algunos (léase el bastante disminuido, por múltiples razones, G4) toman conciencia acerca de la infuncionalidad de cualquier entente para la cohabitación malhadada con la tiranía.

Este último zarpazo de designar un Consejo Nacional Electoral avenido con el régimen, debe haberles clarificado el panorama. Supongo que se terminan, ahora sí, los contrapunteos románticos,  aislados, que incluían: mesas, diálogos, negociaciones, mediadores, acuerdos; finalmente: la insólita propuesta unilateral de cohabitación.

La Asamblea Nacional, su presidente,  quién además funge de presidente encargado de la República, tiene un ineludible compromiso histórico, político, social, económico, existencial, en el país, con el país. Tiene en vilo a la República;  este resuello de República. Tiene en vilo la geopolítica en el hemisferio occidental. No es cualquiera nimiedad. Llegó el momento culminante de este cuento largo y toca proceder en atención firme de nuestra memoria republicana.

Primera propuesta: declarar la Asamblea Nacional en sesión permanente para atender, con sentido de emergencia republicana, hasta su resolución definitiva, el «cese de la usurpación». Así, en correspondencia absoluta con el plan primigenio, sin cohabitación alguna con el régimen saliente, aprobado por esa misma Asamblea hace aproximadamente año y medio. Volver de inmediato a aquel primer punto de un plan reverenciado dentro y fuera de nuestras fronteras. Para lo cual deben contemplarse todos los artículos previstos en nuestra constitución. Todos. Sin excepción. No hay tiempo para nimiedades posponedoras. Los venezolanos, en su gran mayoría, y los extranjeros que contribuyen con nuestra libertad, coincidimos plenamente en que no hay tema con posible solución que no pase por el tamiz ya inesquivable de la sustitución más inmediata del régimen de oprobio que nos condena.

Segunda, última, propuesta: concordar aquel plan con la iniciativa presentada esta misma semana por María Corina Machado, a través del diario El Mundo de España. No son para nada excluyentes. Esa articulación brindaría, además, una fortaleza unitaria indispensable, ésa que la oposición urge en la hora más menguada (por aludir a Rómulo Gallegos, no por casualidad: un demócrata a cabal carta) de la historia política de nuestro país. Está conjunción de factores y planes permitiría darle fluidez expedita a la consecución más pronta de los fines planteados en ambos esbozos; daría más firmeza al indispensable apoyo internacional, para lograr la recuperación del poder por parte de las fuerzas democráticas venezolanas, con ayuda irrenunciable de las fuerzas democráticas del mundo.

No pueden darse más largas. Llegó la hora. Hay que proceder, honorables diputados. De ustedes depende, con nuestro más efectivo apoyo, la mácula definitiva o la limpidez de la operación por nuestra libertad.

William Anseume