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Las líneas que siguen nacen de la reflexión, pero ávidamente buscan transformarse en acción.

En muchas ocasiones me he preguntado si lo que vivimos los venezolanos serán las consecuencias de un modelo fracasado o el éxito de un plan macabro. En respuesta, solo hace falta hacer un poco de retrospectiva y visualizar la instauración de diversos controles y mecanismos de opresión a lo largo de estos 17 años de revolución, para entender que, cada acto, cada intervención, cada control del estado en los temas económicos e incluso sociales buscaban hacernos más pobres, más débiles, más dependientes, y por efecto también manipulables.

El control de cambio, por ejemplo, uno de los primeros controles restrictivos impuestos por la revolución para dominar a los sectores económicos del país, y por efecto también a los venezolanos, dio el poder al gobierno de controlar todo aquello que ingresa o deja de ingresar a nuestro país, a quien le llega y a quien no, definiendo como debe usarse y como no, desde el otorgamiento de materia prima requerida por los industriales para producir, o el papel periódico que necesitan los medios impresos y que usa el régimen como  forma para coartar la libertad de expresión, incluso la literatura a la cual podemos tener acceso, y aunque parezca accidental, también quienes pueden adquirir ciertos alimentos y quién no. Se han hecho innumerables esfuerzos para desarticular la producción nacional, y el poder adquisitivo de los venezolanos, por mencionar solo algunos me refiero a los aumentos de sueldos y controles de precios, exacerbando de esta forma la escasez, la inflación y el desempleo en favor del proyecto totalitario.

Visto así, debemos entender que los meses que quedan del 2016 son cruciales para la definición del futuro de nuestro país, los venezolanos tenemos que asumir una responsabilidad con nosotros mismos, con nuestros hijos y con el devenir de nuestro país. Lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá repercusiones en el corto, mediano y largo plazo. Me refiero a los efectos que pudiera tener la instauración de una dictadura que además de coartar nuestras libertades individuales y económicas, también deteriora nuestras vidas y la de nuestros niños.

En este sentido, la desobediencia cívica se va convirtiendo en el único camino posible para la superación de esta crisis.  Frente al panorama de la recolección de manifestación de voluntades, voluntades de libertad, de cambio, de desarrollo y de prosperidad. Debemos recolectar al menos el 20% del Padrón Electoral inscrito en el CNE, en condiciones muy adversas. Sin embargo, debemos asumir esto como un reto y como una forma de rebelarnos en contra de este proyecto de hambre y de dominación. Sé que los venezolanos estamos sedientos de cambio, cambio que debe producirse en 2016. Sin duda alguna, la presión que debemos ejercer para que este año tenga lugar un Referendo Revocatorio debe partir de nuestras propias convicciones y de nuestra propia fuerza, imponiendo la voluntad de todo un país y desplazando a la cúpula del régimen.

De cualquier manera, para que se produzca el cambio político este año es necesario que los venezolanos así lo exijamos, debemos alzar nuestra voz para que nuestro clamor de cambio retumbe en cada rincón de Venezuela, derribando así la mordaza que con miedo y hambre la dictadura nos ha querido imponer.

@AndresColina